Un pozole para el corazón o de corazón

 

La última temporada del año que comienza en septiembre suele ser una etapa definida por festividades.  El mes de septiembre es el favorito para todas aquellas almas patrióticas, y una excusa para quienes son amantes de “los antojitos mexicanos”. Entre toda la variedad de alimentos que podemos encontrar, una serie de distintos platillos desfila frente a nosotros, y es probable que el pozole sea de los favoritos en estas fiestas patrias.

Probablemente a estas alturas, “la historia del pozole” sea una de las más conocidas por su origen. Un platillo cuya preparación se remonta a la cultura prehispánica. En plena celebración de los 500 años del encuentro entre mexicas y españoles, la comida es uno de los ejemplos de dichos sucesos. Al final muchas de las combinaciones que disfrutamos en la mesa no son más que la muestra de ambas culturas, y el olor característico de muchas de estas preparaciones son tan particulares y deliciosas que no creeríamos las historias de un guiso así en otras circunstancias.

Las crónicas novohispanas

La llegada de los españoles a la que después bautizaron como Nueva España trajo consigo una serie de misioneros religiosos con el propósito de evangelizar a los indios. Para lo anterior era necesario conocerlos y entender sus costumbres. Estos grupos de misioneros dejaron una serie de relatos y crónicas en los que mostraron sus testimonios de aquello, para nuestra suerte, estos relatos abarcaban todo, desde su modo de convivir, vestir, sus ritos hasta la comida.

Para los antiguos pobladores, el alimento era un elemento de gran importancia en su día y a día por lo que representa, pero también por la serie de ritos que lo rodearon. Para empezar, desde la enseñanza se les hablaba de que eran hijos del maíz, y de esa forma debían procurar su comida.

Fray Bernardino de Sahagún recoge en su famosa crónica Historia General de las Cosas de Nueva España el testimonio de un guiso ceremonial llamado tlacatlaolli con el que cocían carne con maíz y se repartía entre los guerreros, en donde señala que la carne se cocía con el maíz y servían la preparación para cada uno de los presentes. La carne de la que se habla era carne humana, de ahí que esto se volviera un acto prohibitivo para los indios, ya que desde la concepción occidental estos actos antropófagos iban en contra de lo que la Iglesia decía o mandaba.

La ventaja de dichos relatos es que como la misma palabra lo dice, se trató de dejar un registro y relatar lo que ocurría en estos territorios recién descubiertos por las embarcaciones españolas. Desde la llegada de estos grupos y la presencia de los mismos en una convivencia ajena a ellos, hasta la conversión gradual de los indios en una religión completamente desconocida. Sin embargo, y afortunadamente, los relatos de la cotidianidad son de los más interesantes para conocer un poco de sus rutinas.

Por ejemplo, los conflictos entre los territorios prehispánicos dieron paso a eventos como las llamadas guerras floridas, cuyo propósito era conseguir víctimas para los sacrificios. Estos sacrificios se hacían en honor a sus deidades y el objetivo radicaba también en prolongar sus tradiciones. Las víctimas de dichos sucesos eran despojadas de sus corazones en el templo y su cuerpo era utilizado para la preparación de alimentos, aquel en donde se combinaba el maíz y el frijol.

El acto caníbal de devorar la carne de otro ser humano nos puede parecer espeluznante. Sin embargo, la base de la alimentación de los sucesos citados no puede ser criticada desde el anacronismo. Al contrario, nos muestra una cosmovisión distinta a la nuestra pero de la cual procedemos, y como muestra está la conservación de un platillo como lo es el pozole actualmente. Como la antropofagia era común en la sociedad prehispánica y la carne provenía de una ofrenda a los dioses, sólo podía ser comida por nobles, gobernantes o guerreros y, de acuerdo con Sahagún, la carne humana sólo podía hervirse, pues nunca tenía que ser comida asada.[1]

Se sabe que el muslo derecho siempre pertenecía al Tlatoani, pues en esta parte del cuerpo, según cronistas, es donde se concentra la carne con mejor sabor y textura, mientras que el muslo izquierdo y los brazos pertenecían a los guerreros que lo habían capturado. Este platillo sólo era servido para un grupo privilegiado de la población, no todos podían acceder a una alimentación tan sagrada.

Y como se mencionó líneas arriba, esta práctica que asustó a aquellos españoles que llegaron a conocer una zona desconocida, fue destituida por los mismos en su plan de evangelización y “colonización” en donde desconocieron que ese acto prohibitivo era también restarle importancia tanto a los grupos reales como a sus deidades y creencias. Se sustituyó así la carne humana en este guiso por carne de origen animal, en específico la de cerdo.

Actualmente el pozole que consumimos en festividades como las “fiestas patrias” o en cenas de fin de año o reuniones es una evolución de aquel platillo prehispánico. Es cierto, el pozole sustituyó la carne de guerreros vencidos por la carne de animales que fueron introducidos a este continente como el cerdo, así como las especias y condimentos que cambiaron en cierta medida la preparación de este guiso. Ahora lo conocemos en distintas presentaciones, incluso el pozole vegetariano en el que la carne se sustituye por hongos o verduras y no debería parecernos raro, ya que de forma histórica podemos ver como los platillos cambian de acuerdo con las necesidades y creencias de quienes los consumen.

Es curioso todo aquello que históricamente rodea a ciertos platillos que disfrutamos, desconocemos sus curiosidades y sin embargo, muchas veces son el pretexto para reunir a la familia o a los amigos, para convivir de una forma diferente a la que existió con el “ancestro del pozole”, pues esa convivencia formaba parte del sacrificio y devoción, para nosotros, dicha devoción se ve resumida al disfrute de un buen plato de pozole en compañía de los seres queridos.

 

[1] “El origen macabro del pozole y otros datos curiosos” en Milenio consultado el 15 de agosto de 2021 en https://www.milenio.com/estilo/el-origen-macabro-del-pozole-y-otros-datos-curiosos

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