El regreso de los podcast

Si bien los podcast surgieron alrededor del 2004 como una herramienta de las radiodifusoras que permitía ofrecer contenidos fuera del aire, no fue sino diez años después que comenzó su gran explosión. Hoy en día los podcast están llegando al nivel de los servicios de streaming en cuanto a consumo; se estima que hay en México unos 28 millones de oyentes, mientras que en el mundo son más de 500 millones, cifras que podrían duplicarse en tan solo tres años. Esto nos lleva a una ineludible cuestión: ¿por qué nos gustan tanto? 

Parte del regreso de los podcast se lo debemos al programa estadounidense Serial,  el cual analizaba el asesinato de una joven de Baltimore, cuyo novio había sido encontrado culpable. Sin embargo, la anfitriona, una periodista, compartía en el podcast sus dudas sobre el caso. La fórmula del éxito de esta serie consistía en el tono conversacional, la accesibilidad y ajuste del formato a las necesidades del tema. Elementos que siguen siendo fundamentales para los podcast actuales y gracias a los que podemos descifrar esa predilección tan natural por la oralidad.

Dicen que toda moda tiende a regresar, pero no todas vuelven para quedarse; los podcast, más allá de solo volver, se están convirtiendo en una nueva forma de comunicarnos que responde a nuestra naturaleza más antigua y a las constantes demandas de la modernidad. Por una parte, hemos aceptado tan bien el formato de audio porque la oralidad posee características que ni los medios escritos ni los visuales cubren: la capacidad de generar un diálogo, en el sentido de la conversación socrática, es decir, de estimular nuestra capacidad crítica y adquirir conocimiento. Y, por otra, porque podemos escuchar mientras realizamos actividades cotidianas, lo que nos hace sentir más productivos y en armonía con el ritmo de vida actual.

Nos acercamos, o regresamos, cada vez más a la fase gaseosa de la modernidad, donde todo cambia de un momento a otro, nada es confiable —mucho menos los medios digitales— y, eso sí, la información debe estar disponible aquí y ahora para su consumo inmediato. En esta constante incertidumbre nos aferramos a lo que nos parece más natural: la oralidad. Las personas mayores confían en el formato de audio por su experiencia y educación, en cambio, los jóvenes encuentran en él la accesibilidad y variedad que necesitan. 

Sin duda, los podcast han venido a revolucionar la forma en que consumimos información y si queremos ser parte de ese cambio debemos usar el formato de audio a nuestro favor. Desde la industria del entretenimiento hasta el marketing están utilizando los podcast para crecer y adaptarse a las necesidades de las nuevas audiencias y mercados, pero ¿qué pasa con el sector editorial? El modelo más explotado hasta ahora es el audiolibro, el cual ha logrado que más personas se acerquen a la literatura, ya sea por la falta de una cultura lectora o por las ventajas que mencionábamos antes. 

Lo cierto es que en nuestro país se escuchan más libros de los que se leen, de hecho, el Inegi estimó que entre 2016 y 2021 la población de lectores digitales aumentó de 6.8 a 21.5%. Este incremento responde a los cambios que vimos surgir con la pandemia, desde los provocados por el confinamiento hasta los de la “nueva normalidad”; algunos estudios de consumo de medios afirman que hoy los mexicanos escuchamos más podcast mientras nos transportamos, pues el hábito que adquirimos durante el confinamiento lo adaptamos al regreso a la normalidad. 

Hay, por otra parte, grandes ventajas de los audiolibros para sectores poblacionales con debilidad visual, problemas de atención o dislexia, por mencionar algunos. La oralidad acerca a estas personas a la literatura y a cualquier tema tratado por un podcast, mejora su vocabulario, memoria y proceso de aprendizaje. Ahora bien, han sido instituciones educativas y editoriales las que mejor han sabido explotar esta nueva industria, pero más allá de los audiolibros existe un sinfín de posibilidades que el diseño editorial podría emplear para reinventarse. 

Quizá en algunos años con la creciente competencia haya que abrirse paso entre la oferta de podcast y el diseño se vuelva una ventaja competitiva. El diseño editorial debe ser capaz de crear experiencias desde lo visual, hasta lo audible; no podemos relegar la tarea del diseñador a la parte gráfica, por el contrario, debemos comprender esta disciplina como un trabajo holístico desde la gestión de proyectos, hasta la creación de contenidos, que en conjunto con otros profesionales puede llevar a la creación de productos tan esenciales como los libros físicos.

En este sentido, un hecho que podría ser decisivo es la aparición de los ‘súper oyentes’, un sector ampliamente comprometido con la escucha de podcast; se trata de personas que pueden oír hasta cinco horas por semana estos programas, promueven el contenido, son leales a los medios públicos y no tienen problema con invertir en ellos. Se pronostica que el número de ‘súper oyentes’ crezca en poco tiempo, lo que representa un área de oportunidad muy grande para todos los sectores interesados en captar su atención, entre ellos el del diseño editorial. 

Aunque leer y escuchar sean procesos diferentes, ambos estimulan las mismas estructuras cerebrales y poseen sus ventajas particulares. Por ejemplo, el acto de leer es más personal, mientras que el de escuchar se acerca al hecho social de la conversación que nos recuerda al tránsito de la cultura oral a la escrita. Uno de los principales objetivos del diseño editorial es lograr que las personas lean y, al menos en México, esa es una meta difícil de alcanzar. Sin embargo, no hay restricciones en cuanto a las herramientas que se pueden usar, por ello debemos poner los ojos en estos formatos a los que mejor nos adaptamos según nuestra cultura.

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