Del taco y el mexican curious gastronómico

 

 “Si por tragón me caigo, por tacos me levanto”

Anónimo

Vivir en la Ciudad de México es sinónimo de vivir en un oasis de posibilidades. En gran parte, eso se debe a la centralización política y cultural que se tiene arraigada desde tiempo atrás. Dicha concentración no ha sido del todo mala, pues gracias a ella podemos encontrar pequeños resquicios de todo el país en un mismo lugar. Muestra de ello es la diversidad de comida, en especial de tacos, al grado que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, lo que también se puede considerar como parte del mexican curious gastronómico.

Al igual que en otras ciudades del país, en la Ciudad de México casi a cualquier hora del día podemos encontrar comida para todos los gustos, antojos y presupuestos. Sin embargo, al ser una gran metrópoli algo que sólo podríamos encontrar en la capirucha es una gran variedad y estilos de tacos, desde los propios del interior de la república hasta los que tiene fusiones de comidas de otros países.

El fenómeno gastronómico de los tacos ha tomado tal importancia que en 2019 los tacos al pastor fueron considerados el mejor platillo del mundo por encima de la comida italiana o francesa[1]. Del mismo modo, el turismo gastronómico ha volcado su interés en este platillo, lo cual ha generado mucha polémica entre propios y extraños, pues pasó a ser un típico plato de comida callejera a uno gourmet mediante la descontextualización del alimento en sí mismo.  No es lo mismo comerse una orden de taquitos en el puesto de la esquina de una colonia popular que acudir a la sucursal de una cadena de restaurantes con cierta oferta de tacos.   

En este sentido resulta importante entender, antes que nada, que comer tacos es toda una experiencia y como tal apela a dos grandes sectores: a los sentidos y a las emociones. La primera, hace referencia a que no sólo comemos con la boca, es decir, el mero hecho de morder, engullir y tragar, sino que también aprendemos a saborear los olores, a deleitarnos al mirar un taco servido y a disfrutar las texturas. La segunda se refiere a que dotamos de atributos emocionales la acción de comer tacos, ya sea porque influye el estado de ánimo, la situación e, incluso, la compañía que se tengan en ese momento.

Dichos elementos derivan en anécdotas con las que se han generado y consolidado mitos y clichés alrededor de los tacos, ya que, en muchos sentidos, se les ha dotado de una especie de aura mística donde lo más importante es el relato que el platillo en sí. A este fenómeno también se le conoce como el mexican curious, lo cual es un eufemismo para denominar a todo aquello de nuestro país que llama la atención en un sentido mórbido. Esta situación es más común de lo que se cree y no sólo pasa con los mexicanos, pues seguramente hemos visto extranjeros que se movilizan por la ciudad en busca del mejor lugar para comer tacos, el lugar que les recomendaron o que cierta persona famosa visitó. 

En este sentido, podemos remitirnos a una de las visitas más icónicas del siglo XX, la de Marilyn Monroe a la Ciudad de México. Si bien, ella no tuvo como principal objetivo el turismo gastronómico en nuestro país, tampoco dejó pasar la oportunidad de conocer y tener nuevas experiencias.  

Esta visita es una de las más conocidas y comentadas por dos razones. La primera es porque Marilyn fue una de las estrellas más importantes de Hollywood de mediados del siglo XX (sin mencionar la belleza, carisma y sex symbol que era) que vino a México con el fin de comprar muebles. La segunda fue su apertura y disposición a salir de su zona de confort y probar comida típica mexicana que nunca había probado.

Muestra de ello fue que la protagonista de Los hombres las prefieres rubias (1953) comió mole y sopa de médula, pero, sobre todo, el icónico taco de gusanos de maguey acompañado de una margarita de tequila, hecho documentado con una fotografía que le dio la vuelta al mudo.

Esta situación generó no sólo el asombro por parte de todos aquellos que no creían posible que una persona como Marilyn fuera capaz de comer cosas extrañas o exóticas, también hizo que se volteara a ver la comida mexicana como algo diverso, pero sobre todo con morbo. Sí, ese morbo (o mexican curious), que te motiva a conocer y salir de tu zona segura para probar tus límites y con ello tener no sólo más conocimiento, sino buenas anécdotas que contar con los amigos.

Marilyn Monroe comiendo tacos de gusanos de maguey en la Ciudad de México en 1862. Del taco y el mexican curious

 

¿Desde cuándo hay furor por los tacos?

Se podría decir que desde siempre, pues hablar de tacos es un símil de lo mexicano o, incluso, de la identidad nacional misma. Para los mexicanos el taco ha pasado de ser comida rápida, esa que te quita el hambre por un rato en lo que comes algo más, al platillo principal. Al grado que encontramos establecimientos donde el único platillo que ofrecen son tacos de diferentes estilos: guisado, asada, cecina, bistec, pollo, pastor, árabes, veganos…

Sin embargo, al hacer una pequeña revisión sobre el origen de este platillo, encontramos que, a diferencia de lo que podría imaginarse, no tiene un origen propiamente prehispánico. Aunque varios de los elementos que lo componen sí lo son, el resto de ellos llegaron con la conquista española. Incluso, algunos especialistas en la materia, consideran que la primera taquiza de la historia la brindó Hernán Cortés en una de las tantas comilonas que realizaba en su casa de Coyoacán, donde conjuntaba la herencia prehispánica de las tortillas, salsas, frijoles y demás guarniciones con las carnes de cerdo y res que los conquistadores introdujeron.

Los tacos como los conocemos en la actualidad no son mencionados en los relatos prehispánicos, por el contrario, las primeras menciones que se tienen al respecto datan del siglo XVIII. Ahí, se hacía referencia a los alimentos que las esposas le mandaban a los mineros para que comieran en el trabajo, la cual constaba de un guisado envuelto en tortillas que sólo tenían la función de contenerlo.

Posteriormente, en el siglo XIX encontramos la presencia clara de los tacos como un platillo independiente de los demás, algo que, si bien no era nuevo, sí era parte de la comida popular mexicana y que sí pertenecía a los estratos sociales de las clases medias y bajas. Asimismo, hallamos referencias literarias del taco en textos de personajes como Guillermo Prieto y Manuel Payno donde gozaba de las características y atributos que hoy en día conocemos, pero más importante, ya se le conocía como taco.

Pero, ¿en qué momento se definió qué era? En este sentido, podríamos decir la primera y, en cierto modo, la mejor definición formal de taco con la que contamos proviene de finales del siglo XIX (1895), más precisamente del Diccionario de mejicanismos. Fue dada por Félix Ramos y Duarte, donde menciona que el taco es “un bocadillo que se toma fuera de la hora de comida”, característica que en la actualidad aún se le atribuye. 

Para los mexicanos, el taco es un platillo completamente mexicano que, sin importar las modificaciones y adaptaciones que ha sufrido con el tiempo, pasó de ser un platillo secundario al principal. Sin embargo, como vimos, los tacos también se han convertido en un ente mitificado el cual toma peso no por ser él mismo, sino por todo lo que se ha dicho y hecho a su alrededor, lo cual le quita valor, pero conforma una parte del mexican curious.

Tacografía de Mexico. Del taco y el mexican curious

 

Bibliografía

[1] Visto en https://www.forbes.com.mx/forbes-life/los-tacos-al-pastor-son-el-mejor-platillo-del-mundo-taste-atlas/

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