De entre las pasiones de Díaz Mirón

 

“A quien me grita le pego, y a quien me pega lo mato”

Salvador Díaz Mirón

 

El siglo XIX en México es conocido como el siglo de reorganización nacional, pero también es recordado por el boom de la prensa ilustrada y de la literatura. Dicha situación se puede apreciar gracias a que gran cantidad de periodistas, tanto nacionales como extranjeros, destacaron en esta época al igual que los literatos de quienes se conserva su obra en la actualidad.

Ambas profesiones no sólo fueron oficios de moda, sino también una necesidad para la creciente nación, pues tanto la labor periodística como la literaria abrieron el camino a toda una generación de intelectuales que desarrollaron espacios culturales propicios para dichas labores. Tal fue el caso de uno de los personajes más controversiales de la segunda mitad del siglo XIX: Salvador Díaz Mirón.

Hablar de Salvador Díaz Mirón es hablar de un hombre decimonónico sumamente complejo ya que desempeñó varias labores de manera simultánea con tal pasión que formaron parte de su esencia. Asimismo, Díaz Mirón formó parte de un activo mundo de intelectuales multidisciplinarios al cual su mismo padre introdujo y desembocó en su participación en la formación del Modernismo y, claro, la exacerbación de sus pasiones.

 

¿Quién es Díaz Mirón?

«No intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca; mi razón es al par luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca».

Salvador Díaz Mirón nació el 14 de diciembre de 1853 en el paradisiaco Puerto de Veracruz. Su familia era acomodada no sólo en cuestiones económicas, sino también social y políticamente, pues su padre, Manuel Díaz Mirón, fue gobernador del Estado de Veracruz y ello lo alentó a seguir sus pasos.

Desde temprana edad mostró interés tanto por el quehacer literario como por el periodismo, por lo que su formación se encaminó hacia esas disciplinas. Se sabe que la educación de Salvador fue un tanto diferente del resto de sus contemporáneos, pues gran parte de su educación la obtuvo de manera autodidacta y la complementó mediante su asistencia a liceos tanto en Xalapa como en Estados Unidos.

Alrededor de los 14 años de edad, Díaz Mirón dominaba los idiomas inglés y francés, por lo que su temprana incursión en el periodismo fue sencilla. Sin embargo, desde ese momento comenzó a perfilar su interés hacia temas relacionados con la política, los cuales se verían completamente desarrollados años después.

En 1878, fue electo diputado de su entidad gracias a su popularidad, por lo que se traslado a Orizaba, la entonces capital estatal, sin embargo, debido a conflictos personales relacionados con su mal temperamento, fue destituido del cargo. Posteriormente, fue reelecto para el mismo cargo y en esa oportunidad participó de las discusiones respecto a la deuda externa que se tenía con Inglaterra.

Conforme transcurrió el tiempo, la postura política de Díaz Mirón se tornaba más controversial, aunado a su característico mal temperamento, Salvador se convirtió en un personaje impredecible y mantener su puesto como diputado estatal fue complicado. De igual forma, se dice que sus complicaciones políticas incrementaron gracias a las abiertas críticas y contraposiciones que realizaba en contra del gobierno central, es decir, en contra de Porfirio Díaz, quien tenía control sobre la mayoría de las diputaciones de aquel entonces.

Del mismo modo, su posicionamiento y postura política generó conflicto entre sus contemporáneos, pues durante el Porfiriato fue director del diario oficial de dicho mandado El Imparcial, sin embargo, durante la Revolución apoyó abiertamente el golpe de Estado realizado por Victoriano Huerta y cuando éste fue derrotado, se vio en la necesidad de salir del país y refugiarse en España. Su regreso a México se dio hasta 1919 con la autorización del entonces presidente Venustiano Carranza. A partir de ese momento, Díaz Mirón abandonó definitivamente su participación política, mas no de los conflictos en sí.

El legado más allá de disputas

Como buen hombre del siglo XIX enmarcado en el romanticismo, Salvador era un hombre pasional y con ello, tanto los sentimientos como las emociones dominaban gran parte de su vida. Su temperamento iracundo y su falta de tacto le generaron muchos conflictos, tanto así que en diferentes ocasiones tuvo que recurrir a autoexilios para evitar que conflictos personales lo condujeran a su propia muerte.

Gracias a su mal temperamento, Díaz Mirón participó en múltiples duelos, dentro de los cuales los más recordados son los que tuvo con Manuel María Migoni, quien sobrevivió de milagro, y con el entonces gobernador de Veracruz, el Gral. Luis Mier y Terán. Pese a su buena suerte y su diestro uso de las armas de fuero, Salvador no se libró de la cárcel, pues en 1895 fue condenado a 5 años de prisión por asesinar al joven Federico Wólter quien, en un pequeño desacuerdo, lo insultó y golpeó con un bastón.

Sin embargo, no todas las pasiones de Salvador Díaz Mirón lo encaminaban a autodestruirse, pues gracias a ellas también generó su producción literaria, principalmente de poesía, en las que se denota la fuerte influencia del romanticismo. Algunos estudiosos consideran que con la primera etapa de producción de poemas de Díaz Mirón se vislumbran los inicios de lo que posteriormente sería conocido como Modernismo. Muestra de ello se puede ver en el compendio de 1874 titulado El Parnaso Mexicano que fue editado por Vicente Riva Palacio[1].

La segunda etapa de consolidación de Salvador, tanto de carácter como de su estilo literario, se observa a partir de Poesías (1895), obra que se publicó en Estados Unidos sin la autorización previa de Díaz Mirón. Asimismo, durante su encarcelamiento continuó con su producción de poemas donde destacan El Fantasma y La oración del preso.

En 1901, publicó el que sería su último libro Lascas, en el que incluye el poema Ópalo el cual fue una especie de disculpa y justificación por haber matado a Federico Wólter. Posteriormente, varios de los poemas de Díaz Mirón fueron publicados en el Seminario Literario Ilustrado, Revista Moderna, El Debate, Arte y Letras y El Imparcial.

Después de varios golpes tanto personales como profesiones, Díaz Mirón decidió alejarse de los reflectores de la vida política, pero ello no implicó que sus pasiones se extinguieran, pues continuó con su quehacer literario retomando su origen romántico, lo cual permitió adentrarse en el Modernismo.

El 12 de junio de 1928, en su casa del Puerto de Veracruz, falleció Salvador Díaz Mirón a la edad de 75 dejando tras de sí un amplio legado tanto de anécdotas como obras literarias que, en muchos sentidos son un parteaguas y referente indiscutible del Romanticismo mexicano y el posterior Modernismo.

¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.[2]

Bibliografía

  • Secretaría de Cultura (2019). Salvador Díaz Mirón, el poeta redactor, considerado el fundador del modernismo. México: INBAL https://inba.gob.mx/prensa/13540/salvador-diaz-miron-el-poeta-retador-considerado-fundador-del-modernismo
  • Academia Mexicana de la Lengua (2020), Salvador Díaz Mirón. México: Academia Mexicana de la Lengua. https://www.academia.org.mx/academicos-1923/item/salvador-diaz-miron
  • Castellanos, Juan (2017). 89 años de la muerte del poeta Salvador Díaz Mirón. México: La Izquierda Diario. https://www.laizquierdadiario.mx/89-anos-de-la-muerte-del-poeta-Salvador-Diaz-Miron

[1] INBAL, Salvador Díaz Mirón, el poeta redactor…

[2] Díaz Mirón, Salvador.  A Gloria, Vv. 53-56.

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