Teodoro González de León: entre el habitar y construir

 

¿Qué son los edificios sino construcciones que evocan la mentalidad y aspiraciones de otros? Al menos desde este lado, procuro pensarlos de esa forma. En estos días de enclaustramiento donde, por ocasiones, lo que más se extraña es salir y reunirnos con los amigos y familia, vemos las imágenes y postales de una ciudad semivacía que sólo evocan la soledad.

Las construcciones de la Ciudad de México se han vuelto tan representativas que no podríamos pensar en una sin las otras y viceversa. Muchos de esos inmuebles han tomado el papel de tejedores urbanos y nos han permitido delimitar las zonas, fijarlos como puntos de encuentro o de entenderlos como referentes de hechos pasados y de asumirlos como parte del paisaje citadino y actual. Estos edificios son, además, la proyección de los arquitectos, de aquellos que ven en la construcción una funcionalidad que alega a lo social.

Lo anterior, además de utópico, fue parte del ideal del arquitecto Teodoro González de León, quien buscó propiciar un diálogo entre conceptos opuestos: lo privado y lo público, el adentro y el afuera, lo natural y lo fabricado, lo pesado y lo liviano y lo internacional y lo local. Logró generar un lenguaje basado en el entretejimiento de líneas y formas robustas que dotaron de personalidad propia a cada una de sus obras.[1]

Teodoro González de León nació en la Ciudad de México en 1926. Estudió arquitectura en la Escuela Nacional donde aprendió de Federico Mariscal, José Villagrán y Mario Pani. Aún en su etapa de estudiante, llevó a cabo, con Armando Franco, la propuesta germinal para Ciudad Universitaria.[2] De esa manera es que el trabajo de Teodoro comenzó a impulsarse. Una de las experiencias que le permitieron concebirse como el arquitecto que conocemos fue su estancia en Francia, en especial su paso por el taller de Le Corbusier en 1949 que le dejaría un gran aprendizaje, el cual vendría a aterrizar en México.

A su regreso a México, trajo consigo los fundamentos del racionalismo funcionalista que consideraba a la arquitectura como el arte de transformar a la sociedad. Su ímpetu de creación se quiso ver reflejado en las obras arquitectónicas de las cuales sería autor, con la intención de relacionar tanto los materiales con quienes hicieran uso de dichos espacios. Es verdad, pues su trabajo buscó generar o construir edificios donde se desarrollara el habitar en todo el esplendor de su palabra.

Teodoro González de León fue urbanista, pintor y escultor, así como promotor de la arquitectura entendida como fenómeno cultural. Este último aspecto es el que mejor lo describe como un arquitecto preocupado por mostrar su profesión como la expresión de la cultura; aunque en algunos casos la arquitectura sea parte de quienes la exigen o quienes la ocupan. Es decir, hacer propio un espacio que se camina o que se construye a partir de las relaciones que en él se establecen. La visión de Teodoro abarcó lo anterior, su perfil lo permitió.

Si bien el arquitecto se dedicó a contribuir con piezas arquitectónicas en varias partes del mundo, la mayoría de su trabajo se concentró en la Ciudad de México. Desarrolló un estilo particular que incidió en la modernización de dicha ciudad, la cual sufría ya los estragos del crecimiento demográfico.[3] Es probable que, ante el escenario y ante las corrientes arquitectónicas, los edificios que vemos en la actualidad no nos digan mucho. Sin embargo, las obras de Teodoro González de León decidieron distinguirse por el uso del cemento por ser un elemento moldeable y resistente. En estos días, es un material que desde algunas perspectivas dejó de ser considerado como necesario, pero para González, éste fue su sello distintivo.

En sus trabajos decidió retomar elementos de las construcciones prehispánicas. Lo que caracteriza a sus construcciones es la monumentalidad, la cual no se ve reflejada simplemente en el peso del material sino que se distingue por el juego con otros elementos como la luz y la sombra para darle profundidad a los edificios.

El patio revestía una importancia mayor para González de León. Más que un simple espacio vacío, el arquitecto mexicano lo concebía como un lugar central de distribución, circulación y encuentro. En este sentido, sus edificaciones se caracterizan por ese espacio y, por supuesto, los encuentros que brotan en él. No es una casualidad que ante la grandeza de las construcciones, Teodoro lograra generar pequeños espacios de convivencia aun frente al tamaño de estos edificios. Un punto que sirviera de circulación pero también para el aspecto social.

Parece que en la actualidad y ante la situación de emergencia que se vive actualmente, es difícil, o quizá no, pensar cómo habitamos la ciudad. Es cierto que el incremento demográfico tan presente y exigente demandó un crecimiento de la urbe, que se volvió en expansión y derramamiento de edificios sin ningún interés más que el de ocupar pero no habitar. Ante ello, ¿cómo habitamos en la actualidad? En estos días de incertidumbre donde el espacio se redujo al hogar, valdría la pena pensar como lo hizo Teodoro González de León, quien siempre creyó en los espacios de encuentro y en la posibilidad de crear para estar, habitar y generar un vínculo con el espacio arquitectónico más que de ocupación.

 Obras representativas

Sin duda, un aspecto que vale la pena destacar son las obras que llevan el sello de Teodoro González de León, quizá no sólo por el aspecto de la monumentalidad ni el material, sino porque pueden evocar lo que buscó construir: una arquitectura en pro de la sociedad. Es cierto que durante su momento de mayor creación poco se apeló a esta oportunidad para la arquitectura, sin embargo, estos sitios que probablemente se crearon a partir de aquella idea utópica pueden defender un poco la tesis del arquitecto.

En 1947 comenzó “sus pininos” (como se dice de forma popular), cuando aún era estudiante. Al lado de Enrique Molinar y Armando Franco (como se mencionó líneas arriba), elaboraron un croquis que se utilizó para darle forma al campus central de la UNAM, en un anteproyecto que se entregó para la creación de Ciudad Universitaria y que resultó ganador, después de pocas correcciones que Mario Pani realizó en él.

Como un vecino, en 1976 construyó El Colegio de México como un ejemplo de arquitectura brutalista donde a pesar del nombre, su interior es la representación de lo multidisciplinar que puede cohabitar un solo lugar. Los encuentros que en él se dan son una imagen de la manera en que conviven distintas profesiones con un objetivo en común, o quizá con intereses similares en cuanto a la investigación académica.

Por el mismo rumbo, es decir, por el sur de la ciudad, durante el año de 1979 a 1981 participó en la creación de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Esta construcción se realizó en conjunto con Abraham Zabludowsky, donde el reto fue levantar un edificio en una zona llena de árboles y en un terreno irregular por encontrarse “en las faldas de un cerro”. A diferencia de Ciudad Universitaria, que se caracteriza por el espacio abierto y la sensación de espacios amplios, la UPN se construyó como una especie de claustro en el que se aprovechó el terreno para darle esa impresión.

De la mano de la educación, participó en remodelaciones a distintos inmuebles. Entre las más significativas está la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. El inmueble fue creado en la década de los años 70 pero, después de atravesar por distintos usos, fue para principios de los 2000 cuando fue adquirido por el FCE. Uno de los aspectos que mejor caracterizan al inmueble son los tragaluces que iluminan el interior, similares a raíces. Esto fue obra de González de León que participó en dicha remodelación durante el 2003.

Rosario Castellanos - Teodoro González de León

Otro sitio que entró en estas remodelaciones fue el Museo de Arte Popular en el centro histórico de la ciudad. El inmueble data de 1928, cuando fue creado para albergar la Inspección de Policías y Bomberos. Sin embargo, para el año de 2003 se propuso una remodelación para aprovechar mejor cada uno de los espacios y habitaciones del lugar, lo cual implicó la recuperación de los antiguos cuartos de guardia que usaban los policías y bomberos para convertirlos en salas del museo. En el patio colocó una cúpula de acero y vidrio, como una señal de modernidad pero también para llenar de luz al lugar y a cada uno de sus visitantes.

Dentro del Campus Universitario se encuentra una de sus mayores creaciones: el Museo Universitario de Arte Contemporáneo. A través de una fachada de concreto y muros de cristal que juegan con la luz que ilumina todo el edificio, éste se vuelve un recinto con enormes salas y pasillos que dan pie a una serie de exposiciones. Además, la propia construcción fue también parte de los límites del enorme patio que caracteriza al Centro Cultural Universitario, cuya explanada es la encargada de recibir a los visitantes desde el 2008.

Muac - Teodoro González de León

Aunque pueda parecer que en (muchas) ocasiones los arquitectos deben responder a demandas políticas o económicas, quizá los ejemplos anteriores puedan dar luz a los ideales de Teodoro González de León. Si bien es cierto que también fue participe en construcciones que buscaron darle ese toque de modernidad al México del siglo pasado, lo anterior permite darnos cuenta que además fue un apasionado de la educación y de la idea de generar una comunidad a partir de habitar y entender cada uno de los puntos arquitectónicos de su obra.

La idea sobre todo de los patios iluminados podría ser una metáfora de que entre toda la brutalidad y monumentalidad de algunos edificios, siempre hay un sitio que nos permita generar un vínculo con alguien más, o incluso (y sobre todo) con uno mismo; eso es encontrar un refugio en toda la inmensidad de un inmueble.

[1] Revista GATOPARDO, https://gatopardo.com/perfil/teodoro-gonzalez-de-leon-poeta/, consultado el 16 de mayo de 2020

[2] EL PAIS, https://elpais.com/cultura/2016/09/16/actualidad/1474056706_888449.html, consultado el 6 de mayo de 2020

[3] Revista GATOPARDO, https://gatopardo.com/perfil/teodoro-gonzalez-de-leon-poeta, consultado el 16 de mayo de 2020

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