Un palomazo solitario: la influencia de Xavier Villaurrutia en Santa Sabina

Puede parecer increíble que la literatura se mezcle y complemente otras disciplinas más allá del arte, como la cocina, sin embargo, esto puede suceder porque la literatura es un producto humano, algo que se crea a partir del pensamiento de una sola persona o un sentir unísono de varias voces.

La literatura teje redes que reflejan el cómo nos expresamos, nuestros anhelos, nuestros miedos e incluso nuestros defectos. Esto, queramos o no, nos vuelve textos, somos el resultado de todo lo que hemos visto, oído, probado y experimentado, la suma de cada uno de los momentos que conforman nuestra vida, pero también, la suma de los textos que hemos leído.

El texto y sus redes

Estos textos se vuelven parte de una imaginaria “biblioteca mental” de la que forman parte todos los libros escritos y los que están por escribirse. Borges alguna vez mencionó que “Ya no quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas”, con esto quería decir que en la lengua ya todo está dicho porque ya existen las palabras, nosotros sólo nos encargamos de acomodarlas para dar sentido a las cosas.

Lo mismo ocurre con lo literario. Los textos que ya existen se entrelazan entre ellos e, incluso, con aquellos que se escribirán en unos años. Es aquí donde surgen los hilos que tejen los textos para crear una red en la que podemos identificar ciertos rasgos de otras obras que conectan uno o más libros entre sí.

Las diferentes caras de la intertextualidad

Encontrar textos en otros textos parece ser más común de lo que suena. En la literatura, a estos guiños o rasgos se le conocen como intertextualidad, y los hay de diferentes tipos como la cita, la referencia, la inspiración, la parodia, el pastiche y hasta el plagio.

Lo común en todos ellos es que retoman una idea o una figura básica de un texto para crear uno nuevo a partir de esto, el cual puede o no seguir la historia de su “texto” original. Al poner “texto” entre comillas, me refiero a que este fenómeno no se limita a lo meramente literario, sino que es un fenómeno tan común que trasciende las barreras de la lengua y se puede encontrar en otras disciplinas como el cine o la música.

La trascendencia de la inspiración

¿Qué pasa cuando una obra es la piedra angular del pensamiento para la creación de obras de diferentes artistas que incluso pueden ser de diferentes épocas? Así es como en la intertextualidad también encontramos la inspiración.

Con la inspiración sucede algo conocido también como intersubjetividad, es decir, “cuando se produce una relación entre autores en el ámbito comparatista”.(1) Esta relación se refiere a que diversos textos pueden compartir temas y formas parecidas que están más apegadas a un análisis comparatista y de interpretación, pero que desembocan en subjetividades por parte de cada obra y autor.

La subjetividad es el pensamiento fundamental para la creación individual, es decir, la reflexión por parte de un creador o un movimiento completo para la creación de sus obras. 

Los protagonistas: Xavier Villaurrutia y Santa Sabina

Así es como podemos llegar a los protagonistas del análisis: Xavier Villaurrutia y la banda Santa Sabina.

Xavier Villaurrutia nació en la Ciudad de México el 27 de marzo de 1903. Chilango a final de cuentas. Él, junto con Jorge Cuesta, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen y otros artistas destacados, formó el grupo intelectual conocido como “Los Contemporáneos”, esto debido al interés que tenían por modernizar las letras mexicanas y no estar de acuerdo con la percepción nacionalista del arte mexicano.

Su obra poética, aunque breve, fue una gran revelación para la época al tratar temas relacionados con la muerte, el sueño, la soledad y el mar; además de retomar formas de versificación como la décima y el soneto. Su obra más importante es Nostalgia de la muerte.

Santa Sabina es una banda con más de 30 años en la escena mexicana. Su sonido experimental ha sido clasificado como una mezcla entre el rock gótico y el progresivo, pero también con unas mezclas de jazz y blues. Sus letras también reflexionaban sobre la soledad, los ritos, la locura, el amor y los augurios.

La versátil banda estuvo integrada por Rita Guerrero en la voz, Alfonso Figueroa (bajo), Pablo Valero (guitarra), Patricio Iglesias (batería) y Jacobo Liberman (teclados). También formaron parte de la banda Alejandro Otaola (guitarra), Juan Sebastián Lach, Julio Díaz, Leonel Pérez y Aldo Max Rodríguez.

El palomazo entre los protagonistas

Aquí es donde me gustaría comenzar a resaltar los puentes que hay entre los autores. Primero, es importante señalar la influencia y gusto del poeta y de la banda por leer y difundir a autores europeos. Otra similitud fortuita es el gusto por el teatro, ya que la alineación original de Santa Sabina comenzó como un grupo de teatro y buscó expandirse hasta las presentaciones en vivo. Así que podemos decir que por ambos lados hay un gusto por lo cosmopolita y la dramaturgia.

Pero el aspecto primordial para este análisis es la intersubjetividad reflejada en el hecho que ambas partes comparten la visión de algunos temas, como la soledad.

Para Villaurrutia, la soledad es como una vuelta a sí mismo, como un recordatorio violento de nuestra propia figura en la soledad. Es decir, para él, la soledad es volver a descubrirse, pero no como alguien autosuficiente, sino como una especie de fantasma, como alguien frágil que es asediado por su propia sombra, y este asedio, no es otro más que la muerte.

Soledad

Soledad, soledad
¡cómo me miras desde los ojos
de la mujer de ese cuadro!
Cada día, cada día,
todos los días…
Cómo me miras con sus ojos hondos.

Si me quejo, parece que sus ojos
me quisieran decir que no estoy solo.

Y cuando espero lo que nunca llega,
me quisieran decir: aquí me tienes.

Y cuando lloro -algunas veces lloro-
también sus ojos se humedecen
o será que los miro con los míos.

“Soledad” de Villaurrutia es también la canción  que abre el disco Mar adentro en la sangre en el que justamente tuvieron colaboración dos figuras literarias: Adriana Díaz Enciso y Jordi Soler. Con esta canción se anuncia la influencia del poeta dentro de la banda, más específicamente en este disco. Si bien, podemos considerar esta musicalización como una adaptación, encontramos ya una primera red entre ambos.

Asimismo, la soledad en la obra de Villaurrutia se nos muestra con esta imagen de la ausencia y la imposibilidad del amor. Para el poeta, la lengua es lo fundamental para creación, a partir de ella crea e imagina las cosas, les da forma y las hace presentes para su visión particular. Por ello, para él la voz es lo único que hace presente a algo o a alguien. Si no se conoce y se adueña de esa voz, entonces, hay una imposibilidad para acercarse a aquello que deseamos.

Presentimiento

1

Como una voz que no oiré jamás
así tú me amarás.

Ya percibí tu voz,
pero tu boca nunca dejará
salir la voz, la única voz
que no oiré jamás.

Presentimiento hondo
cual lágrima cetrina
te ocultas en el fondo
de mi oscura retina…

Presentimiento
que el llorar ha dejado
este momento
en el papel mojado.

2

Se fue el presentimiento con la tarde,
el papel se ha secado,
pero sigue el faltar de
esa voz a mi lado…

3

Me estremezco, pues siento
vuelve el presentimiento.

Con el poema «Presentimiento» y la canción «Ojalá fuera tu voz» de Santa Sabina podemos ver que la voz es central para ambas obras, sin embargo, el tratamiento que Santa Sabina da a su canción retoma la idea de la muerte que vimos en el poema “Soledad”, pero a diferencia de éste, aquí la muerte acecha también a la protagonista que canta, es un acecho que se anhela y se vincula también con la imposibilidad del amor por la ausencia, en este caso, por la muerte del ser amado.

Al final, ambas obras se encuentran con su remate. Mientras que Villaurrutia advierte: “Me estremezco pues vuelve el presentimiento”, Santa Sabina sentencia: “La flor se transforma, ya es parte de mí”, por lo que ambas tristezas por la ausencia se funden en sus protagonistas para resignarse a ese sentir.

El segundo elemento a analizar es el mar, el cual también es recurrente en la poesía de Villaurrutia. Su figura representa un punto medio para el poeta en el que se encuentra la mesura y la calma. Es un punto que transita entre la vigilia y el sueño, entre el despertar y el sueño. De esto último también podemos intuir que el mar es la transición de la vida, ya que para el poeta la idea de la vida como sueño y la muerte como un despertar se vuelve un recurrente en su poemario Nostalgia de la muerte.

Es, quizá, el mar como la última instancia para ese gran salto hacia lo desconocido.

Mar

Te acariciaba, mar, en mi desvelo;
te soñaba en mi sueño, inesperado;
te aspiraba en la sombra recatado;
te oía en el silencio de mi duelo.

Eras, para mi cuerpo, cielo y suelo;
símbolo de mi sueño, inexplicado;
olor para mi sombra, iluminado;
rumor en el silencio de mi celo.

Te tuve ayer entre mis manos,
caí despierto en tu profundo río,
sentí el roce de tus muslos cercanos.

Y aunque fui tuyo, entre tus brazos frío,
tu calor y tu aliento fueron vanos:
cada vez más te siento menos mío.

Con este final podemos darnos cuenta de la función del mar: el último puente entre la vida y la muerte y un retorno al centro de la calma. La idea del abrazo al mar por parte de Villaurrutia lo vemos también en el verso “La inocencia de abrazar lo que nunca fue”, entonces, el mar adquiere una figura humana, se personifica y termina dejando tanto al poeta como a la banda a merced de la eternidad. No obstante, con Santa Sabina ocurre algo distinto, ya que parece responder al poeta que se entregue a la muerte y que «arranque otra voz» hacia el final de su canción «Agua fiera».

Estos son algunos palomazos-ejemplo donde podemos ver la clara influencia del poeta en la banda, y de cómo tanto las letras y la experimentación de sonidos se encargan de tender los puentes y las redes para unir a dos grandes exponentes mexicanos a través del tiempo, quienes comparten la misma sed:

Tengo sed
¿De qué agua?
¿Agua de sueño? No.
De amanecer.

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