Tolkien y los cuentos de hadas: una revisión a su universo

En la historia de la literatura han existido diversos escritores a los que identificamos por un periodo histórico. En otros casos, por un género literario, por un libro o por algún personaje. John Ronald Reuel Tolkien se ha convertido en un ícono de la literatura fantástica y, sin duda alguna, en la inspiración de diversos autores que tienen una importante influencia de sus textos.

Para evitar polémicas, el presente texto no ahondará en dicho tema, pues a final de cuentas ni él mismo es completamente original por la fuerte presencia de referencias de textos medievales, como las sagas artúricas o el mismo relato de Beowulf (el cual fue uno de los textos preferidos del autor).

Sin embargo, es importante resaltar que la literatura de Tolkien va mucho más allá de El Hobbit, El Señor de los Anillos, El Silmarillion, una de sus obras más complejas, y el montón de textos que hacen alusión a la Tierra Media, ya que tenemos relatos como “El herrero de Wootton Mayor”, “Roverandom” o “Mr. Bliss”; textos alejados de Arda.

No obstante, la labor literaria de Tolkien se conjunta con la de ser profesor y un importante investigador, por lo cual mucho de su análisis lo usa como técnica en sus grandes historias. En la época también estuvo al frente de varias ponencias sobre el relato medieval, los cuentos de hadas y fantasía, tema que tocaremos en el presente texto.

Tomaremos como referencia uno de los apéndices del libro Cuentos desde el reino peligroso, titulado “Sobre los cuentos de hadas”.

Una de las primeras premisas que nos menciona Tolkien es que: “Fantasía es una tierra peligrosa, con trampas para los incautos y mazmorras para los temerarios”. Aquí ya se nos plantea que la literatura fantástica bien escrita es capaz de atrapar al lector a tal grado que no hay forma de ver con extrañeza este mundo, cuando está bien construido, gracias a la verosimilitud del relato.

Con las primeras ideas podemos encontrar que, gracias a lo mencionado, una historia realmente vale la pena, cuando el lector se olvida de la realidad y se adentra al mundo a través de palabras que alimentan una realidad alterna. 

La fantasía ha consumido al lector cuando las páginas no pesan al avanzar y Tolkien bien lo sabía, pese a los comentarios que su obra ha recibido sobre las descripciones de los lugares en El Señor de los Anillos. Sin embargo, es importante identificar que intervienen distintos factores para lograr dicha amenidad en el lector. El  autor debe saber en qué momento utilizar ciertos mecanismos narrativos y en qué momento otros, ya que, por mencionar alguno, el espacio para esta obra resulta de vital importancia.

El Señor de los Anillos no fue una obra que únicamente narrara la destrucción del anillo, fue la presentación de un mundo, de sus lugares, de sus personajes, de sus razas, lenguajes y cómo es que interactuaban entre ellos. Aunque para la historia de Mr. Bliss no era tan importante crear ese contexto del espacio para hundir al lector en la historia.

Otra cosa rescatable sobre el texto teórico de Tolkien es que nos dirige hacia una definición propia de los cuentos de hadas, donde resalta que este tipo de historias no son simplemente el lugar en el que encontramos a diminutas creaturas o elfos, sino que es realmente un “País de las Hadas”, un territorio como el nuestro pero donde interactúan estos seres con trols, brujas, gnomos, enanos, dragones y más criaturas bajo esos paisajes y cómo es que los hombres, como una raza más, quedan hechizados ante todo ello.

Como se mencionó al inicio de este texto, El Señor de los Anillos o El Hobbit no narran la historia únicamente de sus personajes,  sino también el cómo es que ellos mismos perciben ese mundo y al resto de las razas. Algo tan claro como la sorpresa que tienen los hobbits al salir de la Comarca y, con cada paso, se sorprenden del mundo que los rodea.

De todo aquello existente que desconocían, logran convertirse en criaturas extrañas ante los ojos mismos del lector,  por lo cual, la creación de esta raza de bonachones seres de estatura baja y pies velludos resulta de una gran importancia para construir este mundo.

Sobre los cuentos de hadas, el autor también destaca que “la mayor parte de los buenos cuentos de hadas tratan de las aventuras de los hombres en el País Peligroso o en sus oscuras fronteras”. Esto hace referencia a la búsqueda de la aventura, al adentrarse a lo nuevo.

Tomemos nuevamente a los hobbits, una raza que realmente no era de aventurarse al mundo, pero gracias a Gandalf, Frodo y Bilbo, emprenden su camino hacia este país, incluso el mismo Frodo fue quien llegó a esas fronteras oscuras al llegar a Mordor, el área más lejana de su hogar. Si lo pensamos de esta forma, en las sagas artúricas los personajes principales todo el tiempo están retando los peligros de su país al enfrentarse a las diversas criaturas inimaginables. Lo peligroso siempre es un ente al acecho en el mundo, pero es cuando los personajes principales, sin importar la raza,  toman la iniciativa y vencen al mal.

Otra de las cuestiones interesantes que Tolkien plantea es que la fantasía podría traducirse como magia, pero para esto no se debe entender como la magia que realizan de forma vulgar los magos, sino la magia en un contexto más amplio donde debe ser tratada con respeto y seriedad.

Recordemos pues que el uso de la magia por parte de los Istari (los magos) no se usa tan a la ligera y tampoco existe un abuso de este recurso para justificar y salvar el día. Es la magia misma la que tiene sus efectos negativos, por lo cual el poder del anillo no podía ser usado de forma arbitraria, lo que llegó al punto donde el mismo Gandalf, pese a su gran poder, temía a la tentación de dicha fuerza, siendo incapaz de usarla en contra de su mismo creador.

El uso de la magia es tan justificado que el profesor menciona que uno de sus fines era mantener la comunión con otros seres vivientes, lo cual, de cierta forma, recuerda al mago Merlín, pues su magia surgía de la misma comunión con su entorno y no con fines mundanos. Aunque bien se puede usar de esta forma para la satisfacción de los deseos humanos.

En cuanto a lenguaje encontramos un pequeño apartado donde diferencia el cuento de hadas de las fábulas. Ahí destaca que en las fábulas los héroes son animales que hablan o reciben características humanas; sin embargo, los animales, las bestias e incluso los árboles pueden comunicarse con el hombre, como un deseo mismo innato de comunicación.

Para la obra de Tolkien, esto se ejemplifica en específico con los Ents, una de las razas más antiguas de la tierra, que por su longevidad desarrollaron un lenguaje que algunos considerarían muy largo o, por otro lado, vemos en algunas ocasiones a Gandalf interactuando con las águilas. No como una forma de humanizar a estos seres, sino que se les permite desarrollar sus mecanismos de comunicación propia, manteniéndose como las criaturas y no una extensión del humano.

Ésta fue una pequeña muestra de lo que el profesor Tolkien entendía como cuentos de hadas. No cabe duda que, para él,  la creación de un mundo verosímil, con sus propias reglas y vidas, le permitieron conformar una de las cosmogonías más ricas de la literatura.

Autor: Marco Javier Franco Piña

 

[1] Tolkien, Cuentos desde el reino peligroso, 2012, Booket.

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