Surrealismo: del paracetamol al prestidigitador

    A veces escribo como si trazase un boceto

                                                                              R.M

Remedios Varo ace el 16 de diciembre de 1908 en Anglés, provincia de Gerona. Tenía dos hermanos, Rodrigo y Luis Varo, además de una hermana que desapareció; tras esa pérdida se dice que Remedios se sintió como una usurpadora. Su padre, era un ingeniero hidráulico cordobés; agnóstico y librepensador. Debido a su profesión, llevó a su familia por toda España llegando hasta Marruecos, la figura de su padre influyó en sus obras, la perspectiva y los aparatos mecánicos, son un ejemplo.

En 1924, ingresa a la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, gracias al apoyo de su padre, allí desarrolla una gran admiración por El Bosco, El Greco y Goya. En 1930, termina sus estudios y se casa con un miembro de la Academia, Gerardo Lizárraga, tras un año de vivir en Paris regresan a establecerse en Barcelona, donde trabajan realizando dibujos publicitarios. Pero al sentir más interés por la pintura vanguardista decide dejarlo y forma parte de un grupo llamado “logicofobista”, quienes logran hacer una exposición reconocida como la última muestra surrealista en España antes de la guerra.

L' agent double, 1936
(L’ agent double, 1936es una de las obras surrealistas anteriores a la guerra civil española, marca el inicio de su estilo)

Poco tiempo después, se presenta el poeta Benjamín Péret a la puerta de su casa, en Barcelona, al haberse convertido en amigos,  ella decide ir a buscarlo a Paris en 1937 en plena guerra civil (1936-1939). Así pues, Péret, su nueva pareja, la introduce en el círculo de los surrealistas, con André Breton como líder y permanecen en París hasta la invasión nazi; entonces, huyen a México con ayuda de Varian Fry en 1941. Ya instalada se gana la vida con trabajos artesanales y diseñando trajes y tocados para montajes escénicos al lado de Leonora Carrington, su gran amiga.

Luego de tanto andar, en 1947 decide separarse de Benjamin Péret y viaja a Venezuela, donde labora para la farmacéutica Bayer, realizando dibujos publicitarios, firma estas pinturas con su apellido materno, Uranga, también trabaja en el Instituto de Malariología Venezolano y hace dibujos detallados de los mosquitos transmisores de la malaria hasta 1949 que vuelve a México.

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                          (Dolor reumático, 1948)

Ya en la segunda mitad del siglo XX conoce a Walter Gruen, el mecenas que no sólo la sacará de pobre, sino que la impulsará a dedicarse de lleno a la pintura, ambos deciden viajar a México y, pocos años después, en 1956 triunfa con su primera exposición individual en la Galería Diana, la cual le generó reconocimiento y popularidad entre pintores de la época y de toda la comunidad artística. Lamentablemente muere en el momento de mayor producción (1963).

Aunque es en París donde comienza a experimentar y a florecer su etapa creativa como artista surrealista al relacionarse con los principales intelectuales de dicha corriente, su regreso a México le otorga la madurez artística que necesitaba, esto, a pesar del distanciamiento con el movimiento pictórico mexicano, pues en su primer viaje a nuestro país, se encontró con un muralismo definido por la idea de mexicanidad e indigenismo, opuestos a las influencias extranjeras colonizadoras. Lo cual, lejos de acercarla a nuevas ideas y técnicas, la alejo del muralismo y de la ola surrealista europea, causando en ella una libertad pensadora y creadora sin límites; es, entonces, México, el refugio de paz e imaginación que necesitaba para explotar su talento.

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(Naturaleza muerta resucitando, 1963, Museo de Arte Moderno)

Dentro de las técnicas surrealistas que utiliza son el frottage y el fumage que consisten en dejar que corra la pintura por la superficie y luego soplarla para que se esparza o emborronarla; además de la decalcomanía. También se apoyará de las ideas surrealistas como: el ocultismo, espiritismo, el “azar objetivo”, el “dictado mágico” y el tarot. Al igual que otros temas, como: los sueños, el amor, la inmortalidad, el conocimiento, el panteísmo, el subconsciente, lo sobrenatural, lo maravilloso, la ciencia, la naturaleza, el destino, el miedo, la otredad, y más temas que pueden percibirse durante la contemplación de sus pinturas. El movimiento, la perspectiva, los colores, el simbolismo, la técnica y precisión geométrica, son algunos de los rasgos que marcaron un estilo único, no sólo en Remedios, sino en la pintura surrealista. Agreguen a esto la dificultad de pintar detalladamente en cuadros pequeños o esculpir con huesos.

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                      (El malabarista, 1956 Museo de Arte Moderno)                                                                                                                          

Esta nota fue enteramente dedicada a una mujer única, sin aires de sonar feminista, es imposible no reconocer la labor de una artista tan importante para nuestro país. Es, también, un ejemplo actual de todos los que comienzan su trabajo haciendo diseños publicitarios para sobrevivir y, si bien les va, para llegar a ocupar un lugar reconocido dentro de este complicado y elitista círculo. Dichosos aquellos que buscan y logran pasar de diseños para hemorroides en los espectaculares de la ciudad, a pinturas expuestas en galerías o museos.

Texto por Angélica Escobedo

 

Antequera, José Luis, “Remedios Varo (1908-1963): el viaje interior” en Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII, Historia del Arte, t. 20-21, 2007-2008, pp. 341-361.

Mendoza Bolio, Edith. “Los bocetos de Remedios Varo” en Literatura y signo, núm 4, 2009, pp. 141-159.

 

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