Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre: feminismo y existencialismo

La mujer no nace, se hace

Si se habla de Simone de Beauvoir, se tiene necesariamente que hablar del feminismo y del concepto de mujer. Ella, en entrevista sobre su obra El segundo sexo, explica cómo es que a la mujer se le ha oprimido a lo largo de la historia por la idea de lo femenino. Asimismo, comienza por contarle a su interlocutor la forma en que esta condición se manifiesta desde la infancia, donde al niño se le permite exhibirse, es decir, hacer lo que le place mientras que a la niña se les enseña a ser pudorosas, el cual es un comportamiento construido.

La construcción de lo femenino apunta a que los hombres han decidido qué es y qué no es lo femenino. Razón por la cual a la mujer se le enseña a ser dependiente, pasiva y sumisa. Por ejemplo, en el ámbito profesional, Simone menciona que los hombres se han encargado de persuadir a la mujer de dedicarse a las labores domésticas, el cual, de acuerdo con Beauvoir, no resulta ser una cuestión productiva pues, en el supuesto que una mujer sea abandonada por su esposo o en el que ella decida abandonarlo, podrá comprender la situación de sumisión en la que se halla y, por lo tanto, tendrá que comenzar a construirse.

El segundo sexo es, quizás, la obra más emblemática de la escritora francesa ya que en ésta hace un análisis detallado de las ideas arriba expuestas. Ahí asevera que el mundo, desde la propiedad privada, es hecho por hombres y donde la única salida de la mujer será conseguir una independencia económica para que se le reconozca como igual:

La mujer no ha sido creada por el solo instrumento de bronce: la máquina no basta para abolirla. Reivindicar para ella todos los derechos, todas las oportunidades del ser humano en general, no significa que haya que cerrar los ojos ante lo singular de su situación. Y para conocerla hay que desbordar al materialismo histórico, que no ve en el hombre y la mujer sino entidades económicas.[1]

Simone de Beauvoir fue muy incómoda para su época debido a que no sólo luchó por y para la mujer, sino que expuso temas como el aborto, la sexualidad e, incluso, se dio a la tarea de analizar lo que una mujer podía hacer para existir más allá de los límites impuestos por la idea del eterno femenino. Ella decía que era una completa tiranía que el hombre, padre o marido, acompañase a una mujer a todos lados con la excusa de hacerlo con amor y compartir con ella. Asimismo, reflexiona que lo esencial para la mujer es tener una independencia económica ya que es la primera condición para acceder a una independencia interior, moral y mental.

El existencialismo humanista

Jean Paul Sartre fue un filósofo francés expresamente existencialista. El existencialismo es un humanismo es, para muchos, su obra más notable. Dicho texto es una conferencia magistral mediante la cual explica diversos puntos sobre su teoría, por ejemplo, la diferencia entre el existencialismo cristiano y el ateo, así como la conceptualización de la angustia y el desamparo, por mencionar algunos.

Para Sartre, el existencialismo cristiano parte de que la esencia precede a la existencia ya que existe un Dios, quien posee el concepto universal de la naturaleza humana. Sin embargo, para los existencialistas ateos, como se declaró Jean Paul Sartre, en el caso de los hombres, la existencia precede a la esencia, lo cual quiere decir que el hombre comienza por existir y después se define. Ante ello afirma lo siguiente:

El hombre, como tal lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada,  Sólo será después […][2]

La angustia es la consecuencia de que el existencialista se comprometa y con ello se dé cuenta de que es, no sólo el que elige ser sino que también se convierte en un “legislador” que va a elegir, al mismo tiempo, a la humanidad. Por lo tanto, esa angustia es total y profundamente un sentimiento de responsabilidad por parte del existencialista.

Aunado a lo anterior, se encuentra el sentimiento del desamparo, pues el existencialista ateo, al no creer en un Dios, se da cuenta que no tiene una excusa para justificarse y, por el contrario, es completamente responsable de su ser y de su construcción. Es complentamente libre de elegir y de inventarse. Ante ello, se presenta el desamparo, la angustia se aviva y también aterriza la desesperación ante el conjunto de posibilidades que se le presentan al existencialista para actuar.

Estos son algunas de las premisas presentadas en la conferencia mencionada. No obstante, cabe señalar que la obra de este filósofo es realmente vasta y que, sobre todo, ha cimentado una de las corrientes de pensamiento más importantes del siglo XX.

Ellos

Este texto es simplemente una oportunidad para rememorar a estos dos intelectuales, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, a quienes los unió el amor durante 50 años. Un amor intelectual, libre y envidiable. Él murió un 15 de abril de 1980 mientras que ella lo haría seis años más tarde en un 14 de abril. Ninguno de ellos creía en una vida más allá de la muerte y por ello aquí eligieron amarse.

[1] Beauvoir, Simone de. El segundo sexo. Gobierno del Estado de Veracruz [en línea] p22 https://www.segobver.gob.mx/genero/docs/Biblioteca/El_segundo_sexo.pdf

[2] Sartre, Jean Paul. El existencialismo es un humanismo. Sur, Buenos Aires, 1973 [En línea] https://www.ucm.es/data/cont/docs/241-2015-06-16-Sartre%20%20El_existencialismo_es_un_humanismo.pdf

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