Séneca: de la rectitud y lealtad

 

“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le faltaría abrir la boca para caer en ella”

Séneca

 

Quizá una de las frases más famosas que hemos escuchado al menos una vez en la vida es la de “la manzana no cae muy lejos del árbol” y con ella lo que se pretende demostrar es la posible relación que existe entre situaciones desencadenadas o, incluso, referirse a familiares. En ese sentido, se puede utilizar a la perfección dicha frase para referirnos a dos personajes emblemáticos del antiguo Imperio Romano, los padre e hijo Séneca: Marco Anneo y Lucio Anneo Séneca, respectivamente.

Ambos fueron notables personajes públicos en el imperio, quizá uno más que el otro, pero con un impacto trascendental de sus ideas y pensamiento que se encuentran hasta la actualidad.

El padre, un hombre amante de la retórica, que consideraba dicha disciplina como la única adecuada para obtener un buen trabajo en la estructura administrativa del imperio. Mientras que el hijo era un alma inquieta e interesada en la filosofía y en la búsqueda de la verdad. Sin embargo, ambos hombres tenían un ideal en común, la honestidad y que nada podría estar sobre ello.   

Probablemente, en este punto el lector se sienta confundido ya que, normalmente, no se hace mención de una dinástica Séneca ni nada por el estilo, pues se suele creer que sólo había uno. Sin embargo, es oportuno y prudente realizar esta pequeña aclaración para, después, sólo hacer mención de uno de ellos.

Asimismo, en las siguientes líneas se pretende brindar un vistazo de la vida y obra de Lucio Anneo Séneca, “El joven”, ya que sin él no se comprenderían varios aspectos de la ética y moral filosófica.

Del padre al hijo

“No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”

Como se mencionó, existieron dos Sénecas y ambos eran originarios de la ciudad de Córdoba, provincia romana de Hispania. El padre, Marco Anneo (c.55 a. C- c.39 d. C), también conocido como Séneca, “El viejo”, pertenecía a una familia acomodada e importante de la península Ibérica, lo cual le permitió recibir una buena educación en Roma.

Posteriormente, decidió regresar a Córdoba, su ciudad natal, donde conoció a Helvia, una joven adinerada con la que se casó. Como resultado de dicha unión nació Lucio Anneo (c. 4 a. C- c. 65 d. C), también conocido como Séneca, “El joven”, quien, de hecho, es el Séneca más famoso.

Si bien, tanto Séneca “El viejo” como “El joven” fueron personajes públicos, sin duda, el que tuvo mayor impacto para la historia universal que repercute hasta la actualidad, es nada más y nada menos que el hijo.

Según biógrafos del Marco Anneo, es muy posible que haya sido abogado o funcionario en algún puesto de la administración romana de aquel entonces. Sin embargo, su gusto por la retórica e historia, además de su acomodado estilo de vida, influyeron directamente en sus hijos, principalmente en Lucio Anneo.

Por su parte, Lucio Anneo demostró notables habilidades por la filosofía desde temprana edad y, pese a los intereses de su padre, decidió adentrarse en ella tomando parte en la corriente de los estoicos. Asimismo, se encaminó en la abogacía, aún cuando la retórica no era de su total agrado, pero dicha incursión le permitió acceder a puestos importantes inimaginados para y por él mismo, sin abandonar su principal creencia, la rectitud al actuar.

Dicha forma de pensamiento de Séneca, “El joven”, no sólo lo acercó y colocó en buenos puestos dentro de la estructura administrativa romana cuando era abogado, sino también lo puso en sumo peligro al confrontarse con emperadores como Calígula o Claudio. Incluso, este último lo desterró como consecuencia de enemistades periféricas.

No obstante, sus bases y formación filosófica hicieron posible que fuera uno de los primeros cónsules originarios de provincias lejanas como la suya, Hispania y no sólo de Roma, como era la costumbre. Asimismo, tuvo la oportunidad de ser consejero personal del emperador Nerón durante un largo periodo de 15 años y con quien terminó su carrera política.

A partir de este momento, en las siguientes líneas sólo se hablará de Lucio Anneo, es decir, Séneca, “El joven”, sin hacer ningún tipo de aclaración adicional, pues de sobre él es y será la presente nota. 

De la moral, la ética y el estoicismo

“Decir lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida”

Séneca fue un hombre preparado en todo sentido, tanto así que logró colarse en uno de los puestos más codiciados y cotizados para cualquier intelectual y político del Imperio Romano: ser consejero de un emperador. Sin embargo, dicha labor le ocasionó muchos conflictos, pues el puesto exigía cierto tipo de requerimientos que Séneca no estaba dispuesto a seguir: incondicionalidad a las órdenes del emperador.

Si bien, la carrera política de Séneca estuvo altamente vinculada a la estructura gubernamental romana, algo que lo distinguió dentro del resto de los intelectuales que participaban activamente en esa esfera fue la lealtad a sus principios.

Como se mencionó, Séneca pasó de ser abogado activo durante el periodo de Calígula a un hombre desterrado. Posteriormente fue perdonado para ser nombrado cónsul durante el periodo de Claudio y, finalmente, el asesor personal y amigo de Nerón quien, además de ser un hombre inestable, demandaba de sus subordinados sometimiento a sus indicaciones, ordenamiento que Séneca no cumplió y supo sortear gran parte del tiempo al servicio del emperador.

En este sentido, se podría pensar que Séneca pecó de idealista o vanidoso, pues no cualquiera hubiera logrado los puestos que él tuvo o que, con tal poder pudo haber cambiado no sólo el rumbo del Imperio Romano en “nombre del emperador”, situación común y constante en aquella época, ya que además de consejero, poseía el título de amigo íntimo, el cual le daba ciertos beneficios y privilegios.

Gracias a sus privilegios, Séneca pudo dedicarse a la elaboración de varios textos que hoy en día se atesoran como parte fundamental de las ramas filosóficas de la ética y la moral, pues consideraba que ambas eran fundamentales para la vida diaria. Muestra de ello son sus famosas obras como Ad Neronem Caesarem de clementia (Sobre la clemencia c. 56 d. C), texto dirigido especialmente al emperador Nerón, donde planteaba sus premisas básicas sobre la rectitud del ser y actuar, para el mejor desempeño de reinado.

Quizá, dicha situación, aunada a cierta ingenuidad por parte de Séneca, generaron críticas no sólo hacia su persona, sino al papel que desempeñaba como consejero de Nerón. El filósofo no sólo le brindó su consejo, pues también le dio su confianza como un buen amigo, pero nunca accedió a adularlo como el resto de los interesados en formar parte de su séquito.

Con el paso de los años, la falta de adulación y complacencia absoluta al emperador fue más evidente, lo cual se convirtió en un distintivo que caracterizó a Séneca entre el resto de los allegados a Nerón. Dicha situación dejó de ser un punto a favor desde los ojos de Nerón ya que consideraba que Séneca le era desleal y que tramaba algo en su contra.

La actitud neutral de Séneca se convirtió en una constante molestia para Nerón, quien cada vez confiaba menos en su consejero. Por su parte, Séneca, inconforme con su posición, en más de una vez intentó dejar su puesto en el imperio ya que no aprobaba la forma despótica con la que se conducía, pero el emperador no permitía su partida.

Finalmente, en 65 d. C., Séneca obtuvo su tan anhelada y buscada “libertad” de sus compromisos imperiales, pero no fue de la manera que esperaba. El filósofo esperaba retirarse a la tranquilidad de una vida privada para pasar el resto de su tiempo mortal dedicado a contemplación intelectual y filosófica.

Sin embargo, se le encontró culpable de conspirar en contra de Nerón y ello lo condujo a la muerte. Si bien, ninguna condena es agradable, al menos la de Séneca fue bajo sus términos, pues se le permitió realizar un suicidio voluntario para, según sus deseos, evitar polémicas, pero no fue así. Por el contrario, su partida fue más complicada y dolorosa de lo que esperaba, pues el primer intento no funcionó y tuvo que recurrir a la Cicuta.        

Según los biógrafos de Séneca, sus últimos momentos fueron de total cordura y con ello se reafirmó su postura estoica. Asimismo, es de reconocerse que el hecho de haber muerto defendiendo sus ideas y convicciones: la ética al actuar, al vivir, al ser, reforzaron su temple estoico, aunque no en el más puro sentido, pues Séneca llevó el estoicismo a otro nivel, donde mezcló otros conceptos como la alta moral, la lealtad a sí mismo y la búsqueda incansable de darle sentido a la vida mediante pruebas en las que se puede medir el carácter y virtud del hombre.

Quizá, a la distancia, se puede apreciar el legado que dejó Séneca que, sin lugar a dudas permeó en el pensamiento de diferentes intelectuales a lo largo de los siglos, tanto así que, en la actualidad, encontramos fragmentos de sus ideas y planteamientos, aunque en muchas ocasiones se desconozca que provienen de él.

¿Quieres saber qué es libertad? No ser esclavo de ninguna cosa, de ninguna necesidad, de ningún azar, reducir la fortuna a términos de equidad.

Bibliografía

Real Academia de la Historia. (2020). Marco Anneo Séneca. Abril, 05, 2021, de Ministerio de Ciencia e Innovación Sitio web: http://dbe.rah.es/biografias/8056/marco-anneo-seneca

Real Academia de la Historia. (2020). Marco Anneo Séneca. Abril, 05, 2021, de Ministerio de Ciencia e Innovación Sitio web: http://dbe.rah.es/biografias/8082/lucio-anneo-seneca

Díaz Torres, Juan Manuel. (2013). “Estudio introductorio”. En Seneca (IX-LXXI). Madrid: Gredos.

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