Relatos de terror en redes sociales: una perspectiva desde la crítica literaria

Los alcances de comunicación que permiten los medios digitales y las redes sociales han influido directamente en el desarrollo de la cultura mexicana, se han abierto canales de transmisión de muy diversos tipos de conocimiento. La literatura no ha sido la excepción; podemos encontrar foros, blogs, canales, podcast, etc. relacionados tanto con la creación como con la crítica.

Los casos anteriores son explícitamente dedicados a una manifestación artística institucionalizada, pero ¿qué pasa con las manifestaciones que no son consideradas parte de ésta? ¿Qué pasa, por ejemplo, con los fanfics o con Wattpad?

Esta inquietud surge porque recientemente me he hecho asidua escucha de canales de YouTube donde se recopilan relatos sobre sucesos extraños y paranormales. Los textos son enviados por personas comunes y en algunos casos adaptados por los dueños del canal. Lo que me impresiona, por un lado, es la calidad y complejidad que pueden llegar a tener y, por otro, la manera en que son trasmitidos.

Cuando los escucho recuerdo mis clases de teoría de la crítica literaria y pienso en la literatura de tradición oral, en su relación con la cosmovisión de una cultura y en su función de conservación de la memoria. Mircea Eliade refiere que la literatura de tradición oral tiene una estrecha relación con el carácter sagrado de un pueblo y que incluso los textos profanos tenían como objetivo perpetuar una memoria religiosa.

En este sentido, de acuerdo con Ángel Hernández Fernández[1], la oralidad determina el sentido y estructura de la literatura, pues mientras que la tradición oral se relaciona con temas sagrados y busca conservar la memoria, la literatura escrita tiene mayor libertad de pensamiento porque su función ya no es la misma, y se vuelve más analítica, abstracta y personal.

Creo que en estos relatos persiste una función similar; las condiciones de realización han cambiado y ahora son las redes sociales las que posibilitan la comunicación, pero lo que subyace ha permanecido ahí durante años y quizá aún no lo hemos estudiado.

Aunque la literatura de tradición oral se relacione con un pasado remoto, no se puede negar que la oralidad se ha ido desarrollando a la par de la literatura escrita, ya sea como género, como influencia o como punto de partida. En este sentido, vemos que el carácter etnográfico de esa literatura está presente aún en manifestaciones digitales que poca o ninguna conciencia tienen al respecto.

Es en este campo donde Genette encuentra un gran potencial de estudio, cuyos objetivos no irían tan relacionados con los del común de los trabajos literarios, sino con un enlace con la realidad.

La crítica literaria, dice Gérard Genette[2], es una especie de bricolaje que toma su materia de las obras literarias para hacer con ellas una obra nueva con la estructura previa. Es, por tanto, el único tipo de crítica que es metalingüística y metaliteraria, pues se construye con el mismo lenguaje que la motiva.

El crítico analiza para explicar, pero también para comprender. Aunque pareciera que la primera actividad domina la labor crítica, puesto que por muchos años se ha preferido estudiar la ‘literatura viva’, como la denomina Genette, la que posee un mensaje que puede ser revivido más fácilmente por el sujeto que lee; esto bien puede deberse a su cercanía temporal, temática o a la naturaleza del propio texto.

En contraposición, existe un tipo de literatura que Genette califica como de ‘sentido perdido’, lejana y difícil de descifrar, y que se puede estudiar más objetivamente porque el mensaje que encierra es más directo o fijo.

Ambos tipos poseen características particulares, cuya naturaleza hace propicio cierto tipo de análisis. En el primer caso, el estudio puede ser más subjetivo y de carácter hermenéutico; en el segundo caso podría ser más pertinente un enfoque estructuralista.

Esto no quiere decir que una misma obra no pueda ser analizada desde ambas perspectivas, sino que cada una arroja un conocimiento diferente que depende en gran medida de los objetivos del crítico. En todo caso, como asegura Genette, lo ideal sería que ambas posturas se complementen para abarcar mejor la obra.

Aunque no son los únicos tipos de análisis literario que existen, este texto se centra en esta oposición porque busca un acercamiento a esas manifestaciones literarias de ‘sentido perdido’ que no han sido consideradas por la institución:

“Existe todo un dominio de algún modo etnográfico de la literatura, cuya exploración sería apasionante para el estructuralismo: literaturas infantiles y populares, comprendiendo entre éstas formas recientes como el melodrama o el folletín, que la crítica siempre ha descuidado, no sólo por prejuicio académico, sino también porque ninguna participación intersubjetiva podría animarla ni tampoco guiarla en su investigación, y que una crítica estructural podría tratar como material antropológico y estudiar en grandes masas y en sus funciones recurrentes, siguiendo el camino trazado por formalistas rusos tales como Propp y Skaftymov.”

Mientras leía a Genette me causaba cierta extrañeza que diferenciara el explicar del comprender la literatura, pero creo que esa sutil diferencia se ha hecho bastante profunda en algunos trabajos de análisis literario. ¿Estudiamos la obra para explicarla o lo hacemos para comprender?

Tal vez la respuesta tenga que ver con una cuestión fundamental e irresoluble de la crítica literaria: ¿por qué cierto texto es literatura y otro no? ¿Son los relatos que escucho en YouTube, literatura?

Estos canales de relatos están haciendo ya una labor recopilatoria de tipo etnográfico muy valiosa, pero queda aún mucho por preguntarse sobre ellos. Bien podría trazarse un estudio como el de Propp que arroje luz sobre nuestra cultura y ayude a comprender las nuevas formas de literatura que vemos, pues como en la lengua, el contexto social, histórico, económico y político es determinante para su desarrollo.

Concluyo con Genette que la función literaria depende de cómo sea recibido un texto, o bien como espectáculo, o bien como mensaje, y que la historia de la literatura es un constante vaivén entre lo que es y no es literario en determinado momento.

[1] Hernández, A. (2006). Características y géneros de la literatura de tradición oral. Revista de Folklore, 308 (26), pp. 66-72. Recuperado de http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcqg0j9

[2] Genette, G. (2008). Estructuralismo y crítica literaria. Editorial Universitaria de Córdoba.

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