Ilusiones perdidas: Honoré de Balzac  

El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste.

                                                                                                                         Honoré de Balzac[1]

                                                                                      

La novela europea del siglo XIX es el nacimiento del movimiento literario conocido como Realismo. Dicho movimiento se caracterizó por la descripción detallada y minuciosa de la realidad y abordó ejes temáticos como la vida cotidiana, personajes con errores y aciertos, manteniéndose el autor al margen del relato.

En ocasiones aparecen intenciones didácticas y emergen novelas de tesis que le hacen apología a una determinada ideología. Es decir, el lenguaje es realista y reproduce el estilo coloquial. 

Es importante señalar que el concepto del Realismo ha atravesado todas las historias estéticas de occidente y podría considerarse como un replanteamiento de la mímesis aristotélica siendo su contrapunto necesario la categoría de lo verosímil. Teniendo en cuenta que para Aristóteles la mímesis es la imitación de los sujetos según lo necesario o verosímil.  En sus palabras, Aristóteles (1974) dice:

No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad.  (P. 157).

Entonces, la mímesis, es una imitación, al igual que el Realismo, de los sucesos sociales y culturales.                                  

En medio de ese escenario aparecen autores que representan ese Realismo francés como Stendhal, Flaubert y de Balzac. Honoré de Balzac (1799-1850) fue un creador incansable que comenzó su labor literaria con manifestaciones románticas. Sin embargo, su forma extraordinaria de describir a la sociedad francesa del momento, lo posicionaron en la estética del Realismo. De esta manera creó su gran proyecto titulado La Comedia Humana, colección de novelas que describe de forma rigurosa a la sociedad en la que estaba inmerso.

Desde esa perspectiva, en su libro Ilusiones Perdidas (1970) describe ese esfuerzo del joven francés Lucien, originario de una provincia que viaja a Paris con la ilusión de consagrarse en el campo de la literatura. Sus sueños se ven truncados al descubrir al usurero mundo editorial y las dificultades de conseguir una oportunidad. Esa frustración, acompañada de su orgullo y sus gastos excesivos, logran que fracase en su misión de vivir de la literatura, llevándolo a ser uno más de los jóvenes poetas de las ilusiones perdidas. Un ejemplo de esto es:

Era como si todo sucediese para que no le faltara ninguna enseñanza a Lucien en el recorrido de la pendiente que le llevaba al precipicio en el que iba a caer. D’Arthez había colocado al poeta en la noble senda del trabajo, tratando de avivar en él ese determinado sentimiento ante el cual desaparecen los obstáculos. El mismo Lousteau había intentado alejarle aquel propósito de ser periodista, tal vez con un pensamiento algo egoísta, pero también pintándole el periodismo y la literatura con sus verdaderos colores. (P. 424)

Lo que establece ese fragmento es una pequeña descripción del mundo literario y periodístico al que se enfrentan esos jóvenes de las ilusiones perdidas de Francia y el mundo.  

Recordemos que Ilusiones Perdidas también nos presenta al otro protagonista cuando Lucien deja Angulema a través de la correspondencia entre los hermanos Chardòn. El regreso nuevamente de Lucien a la provincia, lo que sucede en el matrimonio en la ausencia del joven Chardòn, que descansa en la casa del cura Marsac, mientras se acerca a Angulema a informarle al cuñado el regreso de su amigo. 

Estos son elementos de Balzac demostrando a su familia que podría ser un escritor reconocido y viviendo de ese medio. Un medio que lo emprende en una buhardilla en París, con privaciones de rigor desde el teatro, pensando que el drama es un sector de fácil acceso para adquirir un nombre y dinero.

Este primer inicio es una equivocación con su drama Cronwell a tal punto que la prensa del momento insistió que se dedicara a otras labores menos a la literatura. Afortunadamente Honoré de Balzac se deslindó de las criticas familiares y públicas, no fue un fracasado ni desilusionado y volvió a casa para no seguir teniendo afrentas con su familia.

De estas circunstancias nace el hecho de que vuelva a llevar a cabo sus ilusiones en el mundo de la escritura desde la novela. Unas novelas que en ese periodo narraban hechos truculentos y de horror, pero que no fueron ese éxito que anhelaba.

Más tarde se enamoró de Madame Berny (a quien después llamara “La dialectal”),  mujer casada y pasada de años, quien le dio ánimos al escritor para no desistir en pertenecer a los exclusivos círculos sociales. Harto de escribir novelas que no le generaban ninguna solvencia económica, adquiere una imprenta y comienza a editar libros, pero el fracaso sigue manifestándose y adquiere una cantidad de deudas con los acreedores.

En esa misma línea, se concentra en seguir escribiendo y nace su novela Los Chuanes, que firmará con su nombre. Novela que lo consagró en el mundo del éxito y los burgueses de los salones parisinos.  Sin embargo, para asistir a dichos eventos sociales debe endeudarse nuevamente y perder lo que ha ganado, pero le permite también hacer un estudio de esa sociedad francesa de forma detallada a la cual lleva a su libro La  Piel de Zapa, una novela corta que le ocasiona un gran éxito y el pago de deudas. 

Debe quedar bastante claro que su vida amorosa no es un jardín de rosas. Su amor por “La dialectal” es reemplazado por la duquesa de Abrantes, una dama mayor que lo involucra en los grandes salones de París, de ese París frio y lujoso.

Teniendo esa capacidad de involucrarse en ese espacio conoce una cantidad de mujeres mayores, sintiendo que hubo amor real. Es así como al final de sus días Honoré de Balzac termina casado con la Condesa Hanska, quien terminó pagando sus deudas.

Por último, ese comportamiento de Honoré de Balzac está esclarecido porque era un tipo con falta de “clase”, que no se convirtió en impedimento para que manifestara con ese talento arrollador el accionar de esa sociedad francesa, o en sus palabras: “El protagonista de mi obra es la sociedad francesa, y yo no actúo sino como secretario.” De aquí que hay que leerlo porque, quizás, la sociedad que presenta del siglo XIX no se ha ido.

Referencias bibliográficas

Aristóteles. (1974). Poética. Madrid. Ed.V. García Yebra. Gredos.

De Balzac, H. (1970). Ilusiones Perdidas. Barcelona. Bruguera

-, – (1957). “Esplendores y miserias de las cortesanas”, en La comedia humana. Vol. VIII: Escenas en la vida parisense, 7-457. México: Málaga.

Sánchez Ferrer, J.L. (1990). El Realismo Mágico en la Novela Hispanoamericana en el Siglo XX. Edición: Gráfica Peñalara.

[1] Escritor y novelista francés, uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XIX, y el principal representante de la novela realista, junto a Gustave Flaubert.

 

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