Ernesto Sabato, una vida entre letras

 

En el 2011, Ernesto Sabato falleció después de un cuadro agudo de bronquitis. Aquel escritor, que pasó sus últimos años alejado de la escritura y alejado de la vida en general, se culminó como uno de los autores argentinos más desafiantes del país. Más allá de la escritura, su condición como intelectual abarcó varios ámbitos artísticos que le dejaron plasmar sus ideales desde diferentes perspectivas.

Ernesto Sabato nació el 24 de junio de 1911, el día que falleció estaba a dos meses de cumplir 100 años. Además, como si de una de sus novelas se tratara, su muerte sucedió mientras se celebraba la 37 Feria Internacional del Libro en Argentina, evento que además planeaba cerrar con un homenaje al escritor. Hecho que no sucedió como se planeó, pero se llevó a cabo un día después de su muerte, pues los planes por su centenario estaban próximos a celebrarse.

Sabato nació en una Provincia de Buenos Aires donde se tituló como Físico, profesión que sin pensarlo lo llevaría al mundo de las letras. En 1938 recibió una beca para continuar con sus estudios en Francia, donde pudo conocer mejor y de primera mano el ambiente surrealista de la época. En dicho país tuvo un acercamiento prolífero donde sus inquietudes como autor superaron sus inquietudes de físico. Su vocación existencialista se vería reflejada hasta el final de sus días e, incluso, cuando reconocía la estabilidad asegurada del camino de la física, decidió optar por una vida como escritor.

Ernesto Sabato

Su vocación de físico en su etapa parisina cambió su concepción de la realidad y del mundo. Allí conoció a los escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial a André Breton, y surgió la vocación literaria de Sabato y, sobre todo, su fascinación por el inconsciente, motivo que sería recurrente en su escasa obra, formada por solo tres novelas.[1]

Pese a que su obra es pequeña, tiene una infinidad de ensayos políticos y morales. El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974) son las tres novelas que componen la obra del autor. Cada una de ellas posee simbolismos que nos hablan de un solo universo de donde parte la narrativa de Sabato.

Es cierto que hay un afán por el trabajo de psicoanálisis en su obra, esa intención por mostrar esa moral corrupta de la que son víctimas cada uno de sus personajes y la manera en que cada uno de estos vive y traiciona. Una especie de reflejo probablemente de la comunidad argentina, porque claro que el autor, al igual que otros escritores, gustaba de mostrar esas actitudes, como una especie de estudio y denuncia.

Su distanciamiento de la física fue también a partir de una serie de reflexiones, y un testigo de esa distancia se manifestó en la publicación de algunos artículos filosóficos. Uno y el Universo (1945), postula la deshumanización en las sociedades tecnológicas, una crítica hacia el avance científico que dejaba de lado la parte humana. Esta situación de “desencanto” estaría también de la mano con una serie de renuncias a puestos laborales que le fueron designados en diferentes momentos de su vida.

Sabato creía en la idea de no traicionar sus ideales ni de trabajar con aquellos quienes eran su foco de denuncia. Por ejemplo, en 1955 ocupó un cargo en la revista Mundo Argentino pero renunció después de haber denunciado la aplicación de torturas a militantes y fusilamientos. Tres años después renunciaría a la dirección de Relaciones Culturales en el Ministerio de Relaciones Exteriores en donde renunció por discrepancias con el gobierno.[2]

“A cada hora el poder del mundo de concentra y se globaliza. Veinte o treinta empresas, como un salvaje animal totalitario, lo tienen en sus garras. Continentes en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosas a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica, sin educación”.[3]

Ernesto Sabato y sus tumbas

La publicación de su obra en 1961 lo llevó a colocarse en primera línea del llamado boom latinoamericano. Un suceso que haría evidente la presencia de los escritores latinoamericanos ante ojos internacionales. Su obra, que es considerada un referente de la literatura argentina, hace un recorrido desde la vivencia del peronismo hasta la vida de las familias aristócratas de la época pero también, de la corrupción de las mismas y sobre todo aquello relacionado a la impunidad.

Existe, en el universo de Sabato y de su libro, un ejercicio metafórico sobre la ceguera, muy similar probablemente a Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, pero este informe arremete también contra otro tipo de instituciones, una secta como lo da a entender el protagonista.

Esta secta arremete contra la humanidad, desde el aspecto de aquello que los corrompe. Informe sobre ciegos es un apéndice que complementa este libro, el cual se convierte en una gran metáfora. Hay una herencia de la mitología griega, que nos demuestra esa decadencia de a poco por la obsesión de este tipo de instituciones, una obsesión desarrollada por Fernando Vidal Olmos, el personaje del libro quien redacta el citado informe.

Hay cierto surrealismo en la narrativa de esta obra, hay imágenes oscuras e inquietantes durante todo el texto. Se menciona incluso que parte de estos escenarios provienen de su primera novela pues, sin duda, los lugares tanto como los personajes se vuelven mentalmente similares durante la lectura de sus libros. Hay lugares reconocidos de Argentina plasmados en sus novelas y personajes que atienden ciertas ideologías de la época, todo converge en lo que escribió Sabato, en su universo.

Respecto a esos personajes y a sus vivencias, en su tercera novela publicada, Abaddón el exterminador, Sabato se convierte en una figura narrativa. Alguien que habla con ciertos espectros, provenientes de su novela anterior y con quienes hace consideraciones y críticas sobre la sociedad contemporánea y los propios argentinos.[4]

Es probable que esta “aparición” en su novela sirviera como una especie de catarsis para el escritor, una catarsis que sería más evidente casi 30 años después en La resistencia (2000), una serie de reflexiones que parecieran englobar los sentimientos del autor después de varios años.

La condición de los individuos y sus reflejos en comunidad son el eje de La resistencia. Con la presencia de la demanda al consumismo, Sabato busca mostrar cómo la humanidad se encuentra en decadencia. Una idea de “resistir” a una robotización, generando o recreando algunos valores humanos.

“Cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia, que ocurre una sola vez, irremplazable para siempre. Aquí reside la tensión de la vida, su grandeza, la posibilidad de que la inasible fugacidad del tiempo se colme de instantes absolutos, de modo que, al mirar hacia atrás, el largo trayecto se nos aparece como el desgranarse de días sagrados, inscriptos en tiempos o en épocas diferentes”.[5]

 

Una resistencia

Se menciona entonces que la idea de resistir es también contra aquello que se nos impone siempre y cuando sea a la par de otros. No es una sorpresa pensar en ese tipo de resistencia cuando Argentina, junto con otros países latinoamericanos, fue víctima de una dictadura militar.

Es probable entonces que todos aquellos terrores de los que se hablaba en su libro fueran también el reflejo del terror que inundó buena parte de Latinoamérica. Ernesto Sabato siempre mantuvo una postura de inconformidad ante las presencias militares. A veces, esos mismos horrores nombrados en sus obras y ensayos no son más que el reflejo de su historia particular.

Ese autor, quien además fue pintor, fue una figura de autoridad ante las organizaciones, pero sobre todo frente a aquellas que sí respondían a sus ideales. En diciembre de 1983, Ernesto Sabato es nombrado presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), institución creada por Raúl Alfonsín, el entonces presidente de Argentina después del término de la dictadura militar argentina, nombrada como “Proceso de Reorganización Nacional”. La intención de la CONADEP fue investigar la violación a los derechos humanos durante dicho proceso en la década de los años 70 y 80.

La llegada de denuncias y testimonios a la CONADEP sobre los centros clandestinos de detención y tortura fue inmediata. El informe final fue presentado un año después, como resultado de una investigación integrada por una serie de carpetas en donde se hablaba de 380 centros clandestinos de detención y una cifra de 8961 desaparecidos que probablemente fue menor a la real. Fue en septiembre de 1984 que Sabato presentó el informe final titulado “Nunca más”.[6]

Ernesto Sabato

El relato de Sabato adoptaba el punto de vista de las víctimas, fue la presentación de la prueba irrefutable frente a las justificaciones militares “y una condena de todo tipo de violencia armada”. Cuando cayó esa dictadura, la lucha por la información y la verdad, la petición de justicia y el rechazo del olvido se convirtieron en señas de identidad de la transición a la democracia.[7]

El trabajo de presentación del escritor sobre un informe de este tipo fue también la exposición de la restitución de la humanidad de los desaparecidos, ante declaraciones de fuerzas armadas en donde una persona desaparecida no podía decretarse ni viva ni muerta, es decir, una falsa existencia.

La presentación del informe que leyó Ernesto Sabato ese septiembre de 1984 permitió nombrar a todos esos desaparecidos. “Esta restitución asume la forma de una humanización abstracta, que presenta sus vidas genéricas, eclipsando su condición de seres históricos concretos, sus vidas políticas, atributos que, precisamente, recuerdan los enfrentamientos que dividieron a la sociedad argentina”.[8]

Ernesto Sabato, frente a la Comisión presentó el informe en donde nombró a la dictadura como la más grande tragedia de su historia y, además, la más violenta. Con la intención de nombrar a las víctimas, para dejar de conocerlos como desaparecidos.

Parque Lezama del diablo…

Ernesto Sabato, escritor latinoamericano y partidario de las causas justas, fue también una inspiración para la música. En 1997 los Fabulosos Cadillacs decidieron rendirle un homenaje, una creación que nombra parte del libro Sobre héroes y tumbas, incluso en el video musical.

En el video de la canción se recrean imágenes del libro y se muestra a Sabato con un libro y caminando en el parque Lezama, un sitio muy popular de Buenos Aires y que es escenario del libro.

La canción Sabato cita varias partes del libro así como algunos diálogos, el ritmo de la misma es parte también del trastorno de los personajes de Ernesto Sabato. Incluso, el grupo de rock menciona en uno de los coros de la canción, una actividad que se volvió parte del escritor: “Escribimos canciones, destruimos las canciones…”, refiriéndose a la destrucción de manuscritos que Sabato solía hacer de sus textos en algunas ocasiones.

La producción del autor fue constante hasta sus últimos años cuando una ceguera no le permitió continuar con su trabajo, por lo que decidió enfocarse en la pintura, otra de las actividades que desarrolló y a la cual entrego sus últimos años.

Estuvo presente en varios homenajes que se le hicieron y mantuvo siempre cierta austeridad, acto que nombraría como un deseo para su muerte. Sin eventos masivos, sólo una despedida íntima. Ernesto Sabato falleció en su hogar en Santos Lugares durante la madrugada del 30 de abril de 2011.

 

[1] Ernesto Sabato, la voz de la conciencia en Argentina consultado el 19 de abril de 2021 en https://elpais.com/cultura/2019/06/24/actualidad/1561371085_554732.html

[2] Ibíd.

[3] Ernesto Sabato, La resistencia, México, Seix Barral, 2001, p. 98

[4] Ernesto Sabato, “La voz de la conciencia argentina”, Op.cit., consultado el 19 de abril de 2021.

[5] Ernesto Sabato, La resistencia, p. 135

[6] Julián Casanova, Sabato o la memoria del ‘Nunca más’, El País, mayo 2011, consultado el 22 de abril de 2021 en https://elpais.com/diario/2011/05/04/necrologicas/1304460002_850215.html

[7] Ibíd.

[8] Emilio Crenzel, El relato canónico de las desapariciones en Argentina: El informe “Nunca más”, CONfines relaciones internacionales y ciencia política, vol.4, no.8,  Monterrey, ago. /dic. 2008, consultado el 22 de abril de 2021 en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-35692008000200003

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