Cómo nombrar lo indecible: formas de nombrar la muerte

El Día de Muertos en México es una festividad donde existe aquel que coquetea y celebra a la muerte. El mexicano, a diferencia de otros, pareciera no tenerle miedo, pues, a través del cine, la literatura y, sobre todo, la expresión de su espiritualidad, ha sabido congeniar con la huesuda. Él la celebra, le pone altares y le permite entrar a su hogar dos días de noviembre con la ilusión de compartir un breve momento con los familiares que ella ya se llevó.

Sin embargo, la forma en la que nombramos la muerte y el cómo transmitimos a los demás el fallecimiento de nuestros seres queridos tienen curiosidades lingüísticas que nos permiten conocer un poco más este coqueteo del mexicano con la muerte.

Octavio Paz, en El Laberinto de la Soledad[1], refiere que la manera en que morimos refleja la forma en la que vivimos y que, muchas veces, nosotros somos quienes la buscamos. Por ello, para él es cierto eso de decir “muerte de cristiano” o “muerte de perro”. Con base en lo anterior, podemos decir entonces que el mexicano nombra a la muerte en función de la vida y de la forma en la que sucede.

¿Qué pasa cuándo alguien muere?

Bien, comencemos con las frases que solemos decir cuando alguien muere a causa de la enfermedad o algún malestar, no necesariamente por un delito.

  1. Ya estiró la pata

El origen de esta expresión tiene que ver con la forma en la que mueren los animales, según Juan M. Lope Blach[2], “estirar la pata” es una de las expresiones o “disfemismos” más comunes para decir que alguien murió y en México tiene variantes, donde en lugar de “pata”, cambia por “pezuña” o, incluso, “los tenis” lo cual nos lleva a la siguiente frase.

  1. Ya colgó los tenis

El origen de esta frase va encaminada a la acción deportiva de “colgar los guantes”, la cual refiere el retiro de un boxeador, sin embargo, en México entendemos que ese retiro es más bien la muerte.

Por otro lado, hay quienes dicen que la frase surge en los años 60 en el mismísimo barrio bravo de Tepito, donde la violencia alcanzaba a las personas y los familiares colgaban los “zapatos” del muerto como anuncio de lo sucedido y, con el tiempo, cambiaron a los tenis. Sin embargo, Armando Ramírez lo explica mejor.

  1. Ya se petateó

La forma en la que nos despedimos de este mundo ha dado pie al surgimiento de varias frases. “Ya se petateó” viene de cómo se preparaban a un muerto, es decir, lo enrollaban en el petate, que solía ser su cama, y lo llevaban a enterrar.

Ya chupó faros

Esta frase es quizás la más famosa y su origen está en la Revolución donde a quienes iban a ser fusilados se les permitía fumar un cigarro antes de morir. Dicho cigarro eran los faros.

¿Cómo nombramos la muerte de alguien que fue asesinado?

Ahora vamos con las frases que reflejan la manera por la cual alguien perdió la vida a causa de un delito.

  1. Hacerlo chicharrón

Esta frase nos remite a uno de los productos que se consiguen tras la muerte de los puerquitos. Según Lope Blanch, la carga semántica de esta frase revela la ejecución violenta y con saña de una persona. Sólo recordemos cómo es que privamos de la vida a estos animales.

  1. Escabecharse a alguien

En esta frase, Lope Blanch señala que la muerte queda implícita ya que para preparar un pescado en escabeche hay una muerte previa. Actualmente, también suele usarse “filetear” como referencia al asesinato de una persona con un arma blanca, pese a que no necesariamente hicieron filetes de él.

  1. Torcerle el pescuezo a alguien

Aquí otro símil con la forma en la que le damos muerte a un animal, específicamente a las aves. La carga semántica de esta frase partía de ahorcar a una persona, pero con el paso del tiempo es un sinónimo de asesinar de cualquier forma. Unas variantes son “se lo torcieron” o “se lo quebraron” que hacen referencia al cuello.

El mexicano nombra a la muerte a través de la experiencia con los demás, es decir, la muerte, al igual que la vida, es intransferible y sólo logra conocerla durante su estancia en la tierra al momento de ver morir a alguien y, en la espera de la propia, coquetea con la idea de celebrar con ella hasta que se lo lleve al baile ¿cuál? Aún no lo sabemos, pero en el más allá seguirá la fiesta.

 

[1] Paz, Octavio. (1993). El laberinto de la soledad. Cátedra: Madrid.

[2] Lope Blach, Juan. Algunas expresiones mexicanas relativas a la muerte. Tomado de http://aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/27888/1/15-001-002-1961-0069.pdf

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