Terry Eagleton: ¿Qué es la literatura?


Al pensar en literatura nuestra mente puede inmediatamente relacionar el término con grandes autores y autoras: Cervantes, Shelley, Woolf, Dostoyevski, entre otros, o recordar los títulos de libros clásicos, aún cuando ni siquiera los hayamos leído. El reconocer esto como algo que obedece a una tradición o una opinión popular sólo deja en claro una cosa: la literatura no es nada más un acto de escritura o expresión, es también un hecho colectivo que concierne a todas las personas que se han atrevido a sumergirse y reconocerse en sus páginas.

Pero, ¿qué hace que algo sea considerado literatura? ¿Existe una fórmula inalterable que vuelve a cualquier texto “literario”? Para tratar de responder estas cuestiones pareciera una obligación ir al centro del problema y hacerse la pregunta central que todos los estudiosos de las letras temen responder: ¿qué es la literatura?

En 1983, Terry Eagleton, crítico literario inglés, se atrevió a plantearse la pregunta y escabullirse en la enramada definición de lo literario con su libro Una introducción a la teoría literaria. En él, Eagleton realiza un paseo histórico y cultural para describir los diferentes enfoques críticos que han estudiado a la literatura, desde los formalistas rusos, hasta el psicoanálisis aplicado a la crítica literaria. Y aunque la travesía del autor lo lleva a desviarse de su pregunta inicial, no por ello deja de ofrecernos un gran número de ideas centrales que nos acercan (como lectores y como estudiantes) a la identificación de “lo literario”.

Por ello, este texto tiene como intención describir, de manera breve y a grandes rasgos, algunas de las principales ideas que Terry Eagleton expone para ese acercamiento a los textos considerados como literarios.

Portada del libro Una introducción a la teoría literaria de Terry Eagleton

Los formalistas rusos: la forma de lo literario

Al inicio de su texto, Terry Eagleton nos invita a cuestionarnos cuál es la característica que comparten todos los textos que son considerados literatura. ¿Es acaso el carácter ficcional de lo relatado? ¿La imaginación? ¿La creatividad? Si bien es cierto que muchos textos lo comparten, basta una mirada a obras como Los ensayos de Montaigne o Las confesiones de San Agustín, libros que coinciden en la frontera entre lo filosófico y lo literario para darnos cuenta que esta búsqueda se perfila hacia otro rumbo.

Así pues, el autor pone la mirada en el uso del lenguaje para poder definir lo literario, es decir, retoma el principal planteamiento del formalismo ruso:

“Quizá haya que definir la literatura no con base en su carácter novelístico o ‘imaginario’ sino en su empleo característico de la lengua. De acuerdo con esta teoría, la literatura consiste en una forma de escribir, según palabras textuales del crítico ruso Roman Jakobson, en la cual ‘se violenta organizadamente el lenguaje ordinario’. La literatura transforma e intensifica el lenguaje ordinario; se aleja sistemáticamente de la forma en que se habla en la vida diaria”. (Eagleton, 2016, p. 12)

¿Contenido contra forma?

Con el uso del lenguaje como característica principal de lo literario, el formalismo ruso dejó de lado el contenido de los textos. El contexto o el relato en sí no importaba para estos críticos, sino que sólo se enfocaban en la manera en que el autor desenvolvía el lenguaje a lo largo de la obra, ya que esto era lo que condicionaba la creación de diferentes efectos narrativos, alegorías y situaciones clave. Es así como el formalismo ruso cierra las puertas a toda interpretación ideológica o sociológica, algo que el propio Eagleton explica:

“Según ellos la crítica debía separar arte y misterio y ocuparse de la forma en que los textos literarios realmente funcionan. La literatura no era una seudorreligión, psicología o sociología sino una organización especial del lenguaje. […]

La obra literaria no era ni vehículo ideológico, ni reflejo de la realidad social ni encarnación de alguna verdad trascendental; era un hecho material cuyo funcionamiento puede analizarse como se examina el de una máquina. La obra literaria estaba hecha de palabras, no de objetos o sentimientos, y era un error considerarla como expresión del criterio de un autor”. (Eagleton, 2016, p. 13)

Aunque hoy en día algunos críticos y críticas podrían considerar el formalismo como un método de análisis insuficiente para comprender la literatura contemporánea, sería un grave error dejar a un lado la estructura del lenguaje, la forma primigenia de lo literario, pues es gracias al lenguaje y a la comprensión de sus relaciones en un texto que las ideas expresadas toman forma frente a nosotros.

Lenguaje ordinario / lenguaje literario

Con el lenguaje al centro de la crítica formalista, había que definir cuáles eran las diferencias entre el lenguaje cotidiano y el lenguaje considerado como literario. Una conversación cotidiana no podía considerarse literaria si ésta no salía de las normas acostumbradas de comunicación de una sociedad o de un tiempo en específico, por ello, Eagleton menciona:

“Lo específico del lenguaje literario, lo que lo distinguía de otras formas de discurso era que ‘deformaba’ el lenguaje ordinario en diversas formas. […]
El lenguaje ‘se volvía extraño’, y por esto mismo también el mundo cotidiano se convertía súbitamente en algo extraño, con lo que no está uno familiarizado. […]
El discurso literario aliena o enajena el lenguaje ordinario, pero, paradójicamente, al hacerlo, proporciona una posesión más completa, más íntima de la experiencia”. (Eagleton, 2016, p. 14)

No obstante, si la literatura se concebía como una desviación, eso significaba que la norma de la que se alejaba era identificable.

La importancia del contexto

Si consideráramos un texto antiguo sin conocer su contexto, sería difícil, por no decir imposible, decidir si se trata de literatura. Así pues, es importante indicar que no todas las desviaciones lingüísticas son literarias, puesto que las intenciones de éstas pueden no ser poéticas.

La importancia del contexto radica en que si la norma lingüística es modificada, probablemente algún texto considerado como literatura pueda dejar de serlo bajo la mirada de un nuevo fondo lingüístico. Por ello, es importante señalar que las desviaciones literarias dependen también del momento dado en que se aborda el análisis, y que, en realidad, “lo literario” no es algo inamovible, sino, más bien, una función de diferencias entre dos formas de expresión (el lenguaje ordinario y el lenguaje literario).

¿Para qué sirve la literatura?

Tal vez preguntarnos cuál es la función principal de la literatura podría ser una cuestión un tanto engañosa. Podría decirse que la literatura es un sistema de comunicación, aunque menos práctico que el lenguaje ordinario. También puede considerarse un medio de expresión para todo aquello que concierne a lo humano y su devenir, aunque, al igual que otras formas de arte, carece de un fin pragmático. Es quizá esa cualidad lo que convierte a la literatura en un objeto de estudio tan complejo, pero fascinante.

Al basarse en un discurso “no pragmático”, la literatura no podría encontrar una definición objetiva como conjunto. Más bien, el fenómeno literario cambiará conforme la época y los lectores, pues son precisamente ellos quienes deciden cómo leer e interpretar el texto dejando de lado la naturaleza de lo escrito. 

“En buena parte de lo que se clasifica como literatura el valor-verdad y la pertinencia práctica de lo que se dice se considera importante para el efecto total. Pero aún si el tratamiento ‘no pragmático’ del discurso es parte de lo que quiere decirse con el término ‘literatura’, se deduce de esta ‘definición’ que, de hecho, no se puede definir la literatura ‘objetivamente’. Se deja la definición de literatura a la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza de lo escrito.” (Eagleton, 2016, p. 19)

Lectura y literatura

Por último, es importante reconocer la relación inmutable de la lectura con lo literario. Si bien existen obras consideradas clásicas y que marcan un canon en lo literario, es gracias a la recepción de sus lectores que hoy en día conservan esa consideración. 

Puede decirse, entonces, que la literatura no puede definirse como un objeto inamovible con el paso del tiempo, sino que es el propio contexto el que establece, por medio de sus lecturas, cuáles textos pueden considerarse literatura. 

Sobre esto, Terry Eagleton expresa:

“En este sentido puede considerarse la literatura no tanto como una cualidad o conjunto de cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipo de obras, desde Beowulf hasta Virginia Woolf, sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. […]

Quizá ‘literatura’ signifique precisamente lo contrario: cualquier texto que, por tal o cual razón, alguien tiene en mucho. Como diría un filósofo, ‘literatura’ y ‘hierbajo’ son términos más funcionales que ontológicos; se refieren a lo que hacemos y no al ser fijo de las cosas. Se refieren al papel que desempeña un texto o un cardo en un contexto social, a lo que lo relaciona con su entorno y a lo que lo diferencia de él, a su comportamiento, a los fines a los que se les puede destinar y a las actividades humanas que lo rodean.” (Eagleton, 2016, p. 20)

Es así como la literatura influye en nuestros días y en nuestro entorno. La importancia de la lectura radica en la manera en que las y los lectores adoptan un texto y actualizan la obra a su contexto y sus propias aspiraciones. Por supuesto que para comprender una obra literaria y su papel en la historia de la literatura es necesario tomar en cuenta su contexto, sus aportaciones y, no menos importante, sus recursos formales que la hacen destacar del lenguaje cotidiano.

No cabe duda que tratar de definir la literatura es una travesía que parece no tener fin. Aunque Terry Eagleton se atrevió a plantear las dudas fundamentales, aún queda mucho qué decir sobre la literatura. Lo literario, al igual que las obras irán cambiando con el paso del tiempo y de las sociedades, aunque esa aspiración por decir lo indecible y definir lo que no tiene nombre continuará iluminando a quienes sean lo suficientemente valientes como para sumergirse en el fenómeno de las letras.

 

Referencia bibliográfica

Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. FCE, México, 2016. 

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