El diario de escritor de Dostoievski

 

Para muchos escritores, y aún más para los lectores, la obra de Fiódor Dostoievski representa un antes y un después en cualquier lista de lecturas. Pocos son los autores que logran un cambio trascendental de ideas a nivel personal y que llegan a reflejarlo en sus textos con tanta destreza como el escritor ruso.

Es probablemente ese cambio interno lo que llevó a Dostoievski a conformarse como una de las visiones literarias más particulares para analizar y explicar el comportamiento humano a través de sus personajes. El miedo, la desesperación, el desasosiego y la melancolía son sólo algunos de los grandes sentimientos que los protagonistas de sus relatos deben experimentar para, al final, conocerse a sí mismos. 

Este proceso de introspección, bien puede recordarnos las delgadas fronteras que existen en cualquier proceso de escritura, como, por ejemplo, el de un diario. En la tradición literaria, la escritura de un diario puede tener diferentes intenciones: como ejercicio brinda cierta libertad creativa para quien comienza a practicar el oficio del escritor; para algunos autores también es un recurso narrativo para dar forma a sus obras e, incluso, para delimitar y conformar sus memorias. Sin embargo, en el caso de Dostoievski, su diario se asemeja más a una bitácora que muestra la maduración de ideas del autor y su perspectiva con respecto al oficio literario. 

Originalmente, el diario de escritor de Dostoievski fue una publicación mensual que dirigió desde 1873 hasta su muerte en 1881. Pero lo cierto es que el proyecto documental que hoy conocemos como Diario de un escritor, gracias al trabajo de Paul Viejo para la editorial Páginas de espuma, comenzó a gestarse desde 1846 con la publicación de la primera novela de Dostoievski Pobres gentes. Desde entonces, este gran apartado de notas, apuntes, artículos y cartas fue el espacio donde el autor vertió algunas de sus inquietudes sobre la vida  y la literatura.

Según el propio Paul Viejo, el diario de escritor de Dostoievski representa «un documento clave y necesario para la compresión de la historia más reciente de Rusia, de la evolución de una nación, sus conflictos sociales y políticos, y también en cierta manera una buena panorámica de la literatura rusa escrita por uno de sus nombres claves». 

Es claro que el trabajo del autor de Crimen y castigo sea de un interés enorme para los lectores que disfrutan de su obra. Sobre todo si pensamos en la vida turbulenta del autor: exiliado, condenado a muerte, llevado a la ruina por su adicción a las apuestas y sus constantes problemas financieros. En ese caso, un diario de escritor representa la posibilidad de mirar al hombre detrás del éxito editorial y de la trascendencia de la letra. Eso, sin dejar de lado al autor, al escribiente y a la persona comprometida con la literatura. 

Por ello, resulta también trascendente mirar esas hojas sueltas donde Dostoievski habla para sus adentros y reflexiona sobre temas que pueden ser de gran ayuda para cualquier joven escritor o escritora en formación. Sobre el talento, Dostoievski tiene una perspectiva particular: 

¿Qué es el talento? El talento es, ante todo, una cosa muy útil. El literato de talento es capaz de expresarse bien allí donde otro se expresaría mal. Dices que, en primer término, hace falta una dirección, y después el talento. Conforme; yo no me proponía referirme al arte, sino tan sólo a algunas propiedades del talento, generalmente hablando. Las propiedades del talento, generalmente hablando, son muy diversas y, a veces, sencillamente insoportables. En primer lugar, «talento obliga…», ¿a qué, por ejemplo? Pues, a veces, a las cosas más feas. Aquí surge una cuestión insoluble: ¿es el talento el que domina al hombre o el hombre quien domina su talento? A mí, según las observaciones que he podido hacer sobre los talentos, vivos o muertos, se me antoja muy difícil que el hombre pueda dominar su talento, siendo este el que, por el contrario, gobierna a su poseedor y, por así decirlo, le tira de la manga (sí, así como suena), arrastrándolo a gran distancia del verdadero camino. En no sé qué pasaje de Gogol, un embustero se pone a contar no sé qué, y quizá dijera verdad; pero intercalaba tales pormenores en el relato, que no era posible que lo fuera. Cito esto únicamente a modo de símil, aunque hay talentos especialmente fraudulentos. El novelista Thackeray, describiendo un hombre de mundo, embustero y chistoso, de la buena sociedad y que se trataba con lores, dice que al salir de una reunión gustaba dejar detrás de sí un reguero de risas; es decir que se reservaba la gracia mejor para el final, con objeto de suscitar la risa. Esa misma preocupación puede acabar por hacerle perder toda seriedad a un hombre. Sin contar con que cuando la tal agudeza no sucede espontáneamente, es preciso idearla. Me dirán que con tales exigencias se hace imposible la vida. Y es verdad. Pero convendrán conmigo también en que raro es el talento que no presenta ese achaque, casi innoble, que siempre influye en el hombre más despejado.

Otra gran lección de sabiduría contenida en el diario de escritor de Dostoievski es la lectura que hace de Don Quijote de la Mancha. Para el autor ruso, la obra de Cervantes es “el más triste de los libros”, pues contiene algunas de las ideas más trascendentales para cualquier persona. La figura de Sancho Panza representa el accionar de la ficción y, por ende, de la Literatura, pues el fiel escudero del Quijote sigue a su amo aún a sabiendas de los disparates vistos y encaminados por éste. Aún así, Sancho es capaz de inventar una mentira más grande para seguir a su señor y al mismo tiempo mantenerlo a salvo, pues hasta sumido en la locura, Sancho confía en el cumplimiento de su ínsula. 

Sobre esta relación de la mentira y la belleza, Dostoievski señala en sus apuntes:

Ese libro, el más triste de todos, no olvidará el hombre llevarlo consigo el día del Juicio Final. Y denunciará el más hondo, terrible misterio del hombre y de la humanidad en él contenido: que la belleza suprema del hombre, su pureza mayor, su castidad, su lealtad, su valor todo y, finalmente, su talento más grande, se consumen hartas veces, por desgracia, sin haber reportado a la Humanidad provecho alguno, convirtiéndose en un objeto de irrisión, sólo por faltarle al hombre con tan ricos dones agraciado, un don supremo: el genio necesario para dominar la riqueza y poder de esas dotes, gobernarlas y dirigirlas —esto es lo principal—, no por fantásticos caminos de locura, sino por la senda recta, empleándolos en el bien de la Humanidad. […]

El hombre fantástico, persuadido hasta la locura de la más fantástica ilusión que pueda imaginarse, se ve de pronto asaltado por la duda que amenaza dar al traste con toda su fe. Y es notable que lo que motiva esa duda no sea la incongruencia de su locura naciente, ni la descripción de aquellos caballeros que corrían aventuras por el bien de la Humanidad, ni el desatino de los sortilegios de los magos, que refieren esos libros tan fidedignos, sino algo completamente secundario, lo que bruscamente suscita su duda. El hombre fantástico siente de pronto el ansia de realismo. 

Tal vez Dostoievski se vio a sí mismo como ese Quijote final: postrado, débil, pero despierto ante su realidad y su literatura. A nosotros, lectores, nos tocaría escoger el papel de un escudero fiel como Sancho, quien ante la cordura final del caballero, persigue la mentira como señal de salvación. 

Más que un mero documento, el diario de escritor de Dostoievski servirá como base para la comprensión del pensamiento del autor, además de un compendio de sabiduría sobre y para la literatura. Algo que pocos escritores pueden jactarse de lograr, pero que los lectores siempre agradeceremos. 

 

Referencias

Fragmentos tomados del Diario de un escritor consultado en línea: https://biblioteca.org.ar/libros/153821.pdf

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