Mario Benedetti: el candor de la voz popular

Resulta difícil no pensar en literatura y poesía melosa al escuchar o leer el nombre de Mario Benedetti (1920-2009). Pero la cursilería que desemboca de su obra no se debe sólo a los temas recurrentes del autor: el amor candoroso y moralino, la fraternidad, el optimismo y la entrega social por una idea revolucionaria, sino por lo que sus lectores hemos hecho de ella.

Si algo posee y ha sabido conservar y aprovechar la literatura de Benedetti a lo largo de los años es ese punto medio entre la sencillez de la lengua, el éxito editorial, la desenvoltura narrativa y la aprobación de miles de lectores alrededor del mundo. Es claro: si su prosa es un ejemplo de literatura latinoamericana “amena y sencilla”, su poesía sostiene -al menos en mi caso y espero que en el de muchos otros lectores- el galardón de ser la base para comenzar la lectura de esta expresión.

Pero este aspecto no es fortuito y mucho menos un golpe de suerte, porque si algo ayuda a que la literatura de Mario Benedetti sea tan popular es su enfoque a la palabra hablada. La oralidad de algunos de sus poemas lleva a su obra a conformar también un cancionero popular, del cual varios cantantes han sabido sacar provecho de ello.

https://www.youtube.com/watch?v=SqvyKQGl0vU

Además de Juan Manuel Serrat, músicos latinoamericanos como Pablo Milanés, Daniel Viglietti, Tania Libertad y Nacha Guevara han puesto su granito de arena para popularizar el canto del poeta uruguayo. En la llamada Nueva Canción Latinoamericana es donde más se ha encontrado la oportunidad de escuchar sus letras en diferentes adaptaciones, pero, sin duda, la del poema “El sur también existe” se ha convertido en un himno a la conciencia social de toda Latinoamérica.

https://www.youtube.com/watch?v=1ZF6fHU-zEY

Se podría decir, entonces, que la identidad de la obra de Mario Benedetti se basa en esa presencia latinoamericana tantas veces enmarcada entre las injusticias y revoluciones. Esto es algo que va más allá de lo meramente literario, porque lo popular de su literatura no sólo apela a lo que el lector reconoce, sino a lo que siente, anhela y hasta crea dentro de sus ideales.

Incluso, para ir más lejos de su impacto musical, la poesía de Benedetti también se encargó de dejar el vestigio de aquellos que han luchado a favor de las revoluciones. Para ejemplo, basta recordar los poemas inspirados en Salvador Allende y Roque Dalton.

A Roque

Llegaste temprano al buen humor
al amor cantado
al amor decantado

llegaste temprano
al ron fraterno
a las revoluciones

cada vez que te arrancaban del mundo
no había calabozo que te viniera bien
asomabas el alma por entre los barrotes
y no bien los barrotes se aflojaban turbados
aprovechabas para librar el cuerpo

usabas la metáfora ganzúa
para abrir los cerrojos y los odios
con la urgencia inconsolable de quien quiere
regresar al asombro de los libres

le tenías ojeriza a lo prohibido
a las desgarraduras para ínfula y orquesta
al dedo admonitorio de algún colega exento
algún apócrifo buen samaritano
que desde Europa te quería enseñar
a ser un buen latinoamericano

le tenías ojeriza a la pureza
porque sabías cómo somos de impuros
cómo mezclamos sueños y vigilia
cómo nos pesan la razón y el riesgo

por suerte eras impuro
evadido de cárceles y cepos
no de responsabilidades y otros goces
impuro como un poeta
que eso eras
además de tantas otras cosas

ahora recorro tramo a tramo
nuestros muchos acuerdos
y también nuestros pocos desacuerdos
y siento que nos quedan diálogos inconclusos
recíprocas preguntas nunca dichas
malentendidos y bien entendidos
que no podremos barajar de nuevo

pero todo vuelve a adquirir su sentido
si recuerdo tus ojos de muchacho
que eran casi un abrazo casi un dogma

el hecho es que llegaste
temprano al buen humor
al amor cantando
al amor decantado
al ron fraterno
a las revoluciones
pero sobre todo llegaste temprano
demasiado temprano
a una muerte que no era la tuya
y que a esta altura no sabrá qué hacer
con
tanta
vida.

Allende

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Ciertamente, no podemos decir que la táctica y estrategia de Mario Benedetti fue hacer de su obra un himno para entonar al unísono y denunciar los males que hoy en día nos siguen aquejando. Sin embargo, lo justo sería decir que, incluso a 100 años de su nacimiento, leyendo su obra somos más que dos.

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