Herzog le salvó la vida – Fernando Vérkell (Guatemala)

La ruta Canyon 178 zigzaguea a través del desierto rojizo y se resquebraja antes de llegar al puente Zillow. Una curva escurridiza y dos señales borrosas separan la leve hondonada. Al fondo, el Peñasco del Monje cabecea y su silueta empieza a borrarse tras el dominio del crepúsculo.

Joaquín sostenía el volante con la mano izquierda mientras intentaba encender un cigarrillo. Por un segundo, sin bajar la marcha, apartó la vista del camino y sacudió el encendedor. No vio al auto que se acercaba detrás del reflejo del sol. Joaquín timoneó con violencia y oyó un retumbo. El auto impactó contra la baranda, cruzó el vacío y rodó hasta el arroyo.

Pasó un minuto o quizá cinco o diez.

Aturdido, como si hubiese sido asaltado por una manada de bisontes, Joaquín parpadeó y contempló un paisaje irregular: las montañas boca abajo, el cielo al ras y un parabrisas arácnido. Alargó la mano y cogió el atado. Sacó otro cigarrillo y volvió al juego ridículo de la roca y la chispa. Solamente necesitaba una calada.

Alguien golpeó la ventanilla.

—Amigo, ¿estás bien? Ya viene la ayuda. Relájate—dijo una voz con un fuerte acento muniqués. 

—Estoy relajado.

—No, no lo estás.

—Oye, ¿me prestas tu encendedor? Llevo largo rato queriendo un cigarrillo.

Al hombre le llegó un tufo a gasolina y cables quemados. Tomó una roca y Joaquín apartó el rostro. Después de abrir la puerta, desabrochó el cinturón de seguridad, le quitó el cigarrillo y el encendedor, y arrastró a Joaquín lejos del auto.

—Espera aquí—dijo y se arrepintió de inmediato. ¿Adónde más iría?

Un poco azorado por la experiencia y el calor, el hombre trepó la hondonada, evitó responder a los mirones y siguió su marcha. La sirena y sus luces lo deslumbraron. No era un héroe; solamente le gustaban las películas de Joaquín.

Herzog sintió un cosquilleo en la garganta. Después de veinte años de abstinencia, de repente sintió ganas de fumar.

Se palpó el bolsillo de la camisa y halló un cigarrillo estrujado y el encendedor de Joaquín. Herzog se llevó el cigarrillo a la boca y chasqueó. El encendedor funcionó sin rechistar.

 

Fernando Vérkell (Ciudad de Guatemala, 1989)

Profesor. Dirige la revista digital El camaleón y escribe reseñas literarias para el medio centroamericano Casi literal. Sus relatos han aparecido en revistas y antologías hispanoamericanas. Ha publicado las colecciones de cuentos Nebulosa de un hombre que sueña (Mandrágora, 2014) y El sendero del árbol enjaulado (Tujaal Ediciones, 2019), y la novela Káplan (Loqueleo, 2020). Vérkell es ateo, childfree, defensor de las libertades civiles, ciclista aficionado y lector.

Déjanos tu comentario
Tags:

Tal vez pueda interesarte...