Guía del cinéfilo amateur: la importancia de saber ver el cine

 

Desde su invención en 1895, el cine ha tenido un papel importante en las sociedades modernas. Tan es así, que en muchos momentos de la historia contemporánea ha sido un instrumento clave de propaganda o de influencia para los grandes públicos.

J.F. Martel mencionó que “Al salir a la calle [después de asistir al cine] se tiene la impresión de que nada es igual que antes”[1]. Es claro que nuestra percepción ante la vida puede cambiar después de mirar una buena película. No por nada Zizek[2] califica al cine como una maquinaria de deseos. Por ello es normal sentir la necesidad de comentar, discurrir y transformar para completar nuestra experiencia.

Pero, ¿en qué consiste esta experiencia? Christian Metz, por ejemplo, responde a esta pregunta siguiendo el mismo camino que se abre al cuestionar: ¿qué es el cine? En Psicoanálisis y cine. El significado imaginario, el autor francés apunta al carácter ideológico del cine, pues comenta que:

Dicho en términos de Emile Benveniste, la película tradicional se presenta como historia, no como discurso. Sin embargo es discurso, si hacemos referencia a las intenciones del cineasta, a las influencias que ejerce en el público, etc. Aun así, lo típico de este discurso, y el principio mismo de su eficacia como discurso, consiste precisamente en que borra los rasgos de enunciación y le disfraza de historia.[3]

Entonces, podemos considerar al cine como un hecho ideológico, pero también (y antes que otra cosa) como discurso. Dicho discurso es el encargado de mostrar los deseos, visiones de mundo y aspiraciones de un grupo de personas que se materializan con el trabajo del director de cine y sus productores. Es así como el cine es capaz de representar deseos, generarlos y atraer espectadores para consumir (y asumir) dichos discursos.

No debería parecernos extraño que lo que decimos, pensamos o incluso sentimos se asemeje a lo que nuestras películas favoritas nos muestran. Es claro que la experiencia cinematográfica va más allá de lo oscuro de la sala y entra en los juegos de identificación e incluso en el inconsciente.

Para ver el cine hoy

Pero, ¿por qué es importante saber ver el cine en nuestros días? Pensemos en la manera en que consumimos cine actualmente. Desde hace unos años, los servicios de streaming se han multiplicado a tal grado de tener una amplia gama de películas a nuestro alcance. Estos servicios reemplazaron la nostálgica experiencia que nos brindaban los videoclubs, pero hicieron más rápido el acceso a catálogos de películas.

Esto ineludiblemente cambió la manera en que vemos y percibimos el cine. Ahora es más común ver películas desde diferentes pantallas de variados tamaños: televisiones, computadoras, tablets o incluso hasta en nuestros teléfonos celulares. Cuando Antonio Costa mencionó que “Hoy en día vemos cine, sobre todo, a través de la televisión. Y esto significa que la vemos mal: imágenes concebidas para ser vistas en una pantalla grande y en una sala oscura son presentadas empequeñecidas, cortadas por los bordes, aceleradas y ofrecidas de manera abundante y dispersa a la mirada distraída del espectador”[4] imagino que no esperaba la evolución de pantallas que se estaba desarrollando desde entonces.

Pero es claro el punto de Antonio Costa: si los medios para acceder al cine han cambiado, entonces, en definitiva, el cine y nosotros como espectadores también. Incluso, la influencia de estas plataformas ha llegado a tal punto que cada vez son más frecuentes las producciones de sus películas originales y, a partir de esto, condicionar no sólo el acceso a una película, sino a la recepción de la misma.

También hay que tener en cuenta la facilidad para conseguir películas piratas o las plataformas web que se encargan de distribuir filmes de manera gratuita. Esto sólo puede enseñarnos algo: que en nuestros días el cine es mucho más consumido que hace unos cuantos años, pues las propuestas y medios para acceder a él se han incrementado de manera importante.

Pero, ¿qué es lo que implica la ampliación en el consumo de películas? Evidentemente a una multiplicación de deseos provocados por el cine y, con ello, la búsqueda de satisfacerlos, experimentarlos, ampliarlos y transformarlos.

Si bien, ya se ha dicho que el cine es también un hecho ideológico, no tenemos por qué dejar de lado el placer y fascinación que provoca. Pero, como Roland Barthes apunta, lo ideal sería aprender a diseccionar la quimera que hipnotiza y entender su complejidad para entrar a ese “festival de emociones que se llama film”.[5]

Para llegar a ese punto de comprensión es necesario mirar al cine como toda expresión artística que posee su propio lenguaje; un lenguaje con bases literarias, pictóricas, musicales y más para generar su propio sentido y su propia autonomía semiótica. Sólo así es posible mantener la “distancia amorosa”[6] con la que Barthes define el verdadero placer de saber ver el cine.

Por ello, nunca está de más hacer el intento de conformar una guía del cinéfilo amateur, para aquellas personas interesadas en el cine, su desarrollo, su sentido y su producción. Esta guía busca dar una muy breve introducción a los elementos cinematográficos más básicos para darle al lector las herramientas necesarias para comprender, analizar y comentar una película.

Con esto no se trata de dar un texto especializado que pueda ser definitivo dentro del ámbito cinéfilo. Más bien se busca que sirva como una ligera visión sobre lo que conlleva el espectáculo cinematográfico, su comprensión y muestre cómo ampliar nuestra visión al mirar una película (descubrir el discurso dentro de la historia y aún así disfrutarla).

Para no alargar más de lo necesario el texto, esta guía del cinéfilo amateur no se enfocará en hacer una revisión histórica del cine ni de los aspectos de su producción. Por el contrario, se limitará a mostrar al lector cómo proceder a un análisis de los elementos que forman el significado de una película, es decir, sus signos y su lenguaje. Así pues, dicho de otra forma, nos enfocaremos a dar una introducción a la semiótica del cine.

Por último, cabe resaltar que la guía del cinéfilo amateur está compuesta por tres grandes temas a la manera de las enseñanzas de Serguéi Einsenstein: las formas del cine, el sentido del cine y, por último, pero no menos importante, cómo comentar una película.

Si después de leer la guía del cinéfilo amateur el lector quiere seguir con su propia búsqueda en aras del análisis cinematográfico, podrá encontrar material de calidad en la bibliografía consultada en esta guía. Sin más, espero que este sea el primer paso de un cinéfilo en potencia.

 

[1] Martel, J.F., La vindicación del arte en la era del artificio, Girona, Atalanta, pág. 13.

[2] Véase La guía cinematográfica del perverso.

[3] Metz, C. Psicoanálisis y cine. El significado imaginario, Barcelona, Gustavo Gili, 1979, pág. 83.

[4] Costa, A. Saber ver el cine, Ciudad de México, Paidós, 1991, pág. 15.

[5] Barthes, R. “Salir del cine” en Lo obvio y lo obtuso, Barcelona, Paidós, 2001, pág. 411.

[6] Ibíd, pág. 412.

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