El género lírico y sus diferentes voces

 

(…) Y alguna vez condecorarán al poeta por usar palabras como fuego, como sol, como esperanza, entre tanta miseria humana, tanto dolor sin ir más lejos.

Juan Gelman[1]

Históricamente se ha denominado como género lírico a toda poesía que exprese los sentimientos personales e íntimos de sus autores. Sentimientos que se reflejan en el amor, el odio, la tristeza, la alegría, la admiración y el desprecio, temas esenciales en este tipo de poesía.

En la Grecia clásica, los poemas se cantaban acompañados de la lira, de ahí su nombre. De acuerdo con los diferentes sentimientos que el poeta manifiesta, la obra tendrá diferentes características y nombres, entre los que se destacan:

La lírica del entusiasmo: el poeta presenta gran emoción ante lo grandioso y lo manifiesta en una oda, es decir, cantos de alabanza. El entusiasmo puede ser religioso, patriótico o como respuesta ante la naturaleza; de aquí nacen las odas sagradas, los himnos, las odas heroicas y la poesía bucólica, que es la que idealiza el campo.

Un ejemplo de este género lírico es esta oda del escritor chileno Pablo Neruda:

Oda a la cebolla

Pétalo a pétalo se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío (…)
Estrella de los pobres, hada madrina
envuelta en delicado papel,
sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro
y al cortarte el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existes celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos globo celeste,
copa de platino, baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.

La lírica del dolor: se manifiesta en los sentimientos de dolor o melancolía generados por la pérdida de algo y también se le conoce como elegía. Aquí un ejemplo por parte de Miguel Hernández:

Elegía a Ramón Sijé

En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería.

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

La lírica del amor: es la representación del sentimiento amoroso que se devela en diversos tipos de poesía lírica como la canción, el madrigal y el epitalamio. A este propósito, se presenta cada uno de estos ejemplos del género lírico:

La canción:  es una composición breve y tierna. Un ejemplo:

A quién contaré mis quejas,
mi lindo amor;
a quién contaré yo mis quejas,
¿si a vos no?

Mis penas son como ondas del mar,
que unas se vienen y otras se van:
de día y de noche guerra me dan.

(Canción lírica tradicional española)

El madrigal: poema corto que expresa de manera espontánea, sincera y refinada un pensamiento delicado, generalmente dirigido a elogiar a la mujer. Por ejemplo, este poema de Amado Nervo:

A Leonor

Tu cabellera es negra como el ala
del misterio; tan negra como un lóbrego
jamás, como un adiós, como un «¡quién sabe!»
Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos!

Tus ojos son dos magos pensativos,
dos esfinges que duermen en la sombra,
dos enigmas muy bellos… Pero hay algo,
pero hay algo más bello aún: tu boca.

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente
para el amor, para la cálida
comunión del amor, tu boca joven;
pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!

Tu alma recogida, silenciosa,
de piedades tan hondas como el piélago,
de ternuras tan hondas…
Pero hay algo,
pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño! 

El epitalamio: es el himno de las bodas que se caracteriza por la dulzura y la galantería. Una vez más, Pablo Neruda es nuestra voz de ejemplo:

Epitalamio

¿Recuerdas cuando
en invierno
llegamos a la isla?
El mar hacia nosotros levantaba
una copa de frío.
En las paredes las enredaderas
susurraban dejando
caer hojas oscuras
a nuestro paso.
Tú eras también una pequeña hoja
que temblaba en mi pecho.
El viento de la vida allí te puso.
En un principio no te vi: no supe
que ibas andando conmigo,
hasta que tus raíces
horadaron mi pecho,
se unieron a los hilos de mi sangre,
hablaron por mi boca,
florecieron conmigo.
Así fue tu presencia inadvertida,
hoja o rama invisible
y se pobló de pronto
mi corazón de frutos y sonidos.
Habitaste la casa
que te esperaba oscura
y encendiste las lámparas entonces.

La lírica de la indignación: poemas del género lírico que se manifiestan con el epigrama y la sátira.

El epigrama y la sátira: son los poemas breves que evidencian los vicios y las ridiculeces de los seres humanos de manera festiva e ingeniosa. En esta ocasión, este texto de Ricardo León ilustra este género:

Contra los sabiondos de este tiempo

Vengo de mis soleadas,
por sacudir la pereza
con el trajín y viveza
de las alegres ciudades.

¡Oh feria de vanidades!
¡Oh bazares de mujeres!
¡Anzuelo de mercaderes!

¡Ingeniosos artificios,
antesalas de los vicios
y lonja de los placeres!

¡Qué de pedantes hinchados,
qué de altivos mandarines
y ociosos parlanchines
con ínfulas de letrados!

¡Qué de tontos disfrazados
de sapiencia y de arrogancia!
¡Qué de generosa abundancia
de petulancia y licencia!
¡Cómo progresa la ciencia…
de la atrevida ignorancia!

Las lecciones de la historia
lecciones son de humanidad,
más los hombres de esta edad
tienen flaca la memoria.

Juzgan que sube su gloria
porque vuela en aeroplano;
presume el orgullo humano,
con aires de fanfarrón
que por la nueva invención
ya tiene el cielo en la mano.

Con lo que se lleva dicho hasta aquí, no es una casualidad el hecho de que algunos cultivadores del género lírico, los poetas, utilicen su lenguaje para embellecer ciertas formas de decir las cosas por medio de las figuras literarias. Entre esas voces destacan: Julio Flores, Ismael Enrique Arciniegas, José Santos Chocano, Rubén Darío, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou.

[1] Escritor, poeta, periodista, traductor y revolucionario argentino, autor de las novelas Gotán (1962), Traducciones III – Los poemas de Sídney West (1969), Fábulas (1971) y Carta a mi madre (1989).

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