«Las Niñas Bien»: lo que oculta el silencio

El cine mexicano ha recurrido a obras literarias para dar el salto a la gran pantalla. Ya hemos visto los resultados desde Pedro Páramo (1967) hasta La Ley de Herodes (1999) que si bien varían en cuanto a sus logros comerciales y cinematográficos, presentan un desenvolvimiento en el que las letras reclaman otro terreno que bien puede ocupar y llenar. Tal es el caso de Las Niñas Bien (2018) de la directora Alejandra Márquez Abella, quien retoma a los personajes de la primera novela de Guadalupe Loaeza para crear su segundo largometraje: un retrato de la burguesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX.

La película presenta la historia de Sofía, una mujer acaudalada de la Ciudad de México, quien forma parte de un grupo de amigas donde se mezcla la envidia, el desprecio y el clasismo de quienes pertenecen  a la alta sociedad mexicana. Sin embargo, cuando el esposo de Sofía comienza a resentir los estragos de la crisis financiera de 1982 en su negocio, poco a poco, su realidad se desmorona y se encuentra frente a problemas que intenta sobrellevar de la única manera que conoce: ignorándolos o volteando hacia otro lado para guardar la posición a la que está acostumbrada.

Uno de los puntos a resaltar de la obra es el uso de planos de detalle y voz en off para plantear las situaciones y unirlas unas con las otras. Gracias a estos recursos sabemos cómo la protagonista crea fantasías en su mente, donde no tiene que guardar apariencias y sólo construye lo que debería ser para tolerar lo que ya es. Lo anterior encuentra un refuerzo en los close ups a los vestidos, productos y adornos que acompañan a la protagonista, lo que podría terminar significando que su conciencia se forma a partir de los objetos que la rodea.

Cabe destacar que los secretos, el engaño y la evasión de la realidad son los principales factores para el desarrollo del filme. Aquí se construye un retrato de la persona alienada, pero no de quien es inconsciente de su alienación como el modelo de Marx, sino más bien, podemos ver a una mujer cuya alienación le pesa, asfixia y aplasta conforme pasan los minutos de la cinta. Sofía se enfrenta a los fragmentos de su realidad y busca desesperadamente la manera de olvidarlos o hacerlos a un lado, tal y como lo podemos apreciar en los momentos en que se encuentra con noticias en la televisión y en la radio sobre la crisis económica y que ella prefiere cambiar por noticias sobre espectáculos.

Así, Sofía se aferra a su comodidad, a su zona de confort al mantener el secreto sobre su verdadero estatus con la esperanza de que todo mejorará pronto. Al final, este recurso será lo que marque las acciones de la película y, sobre todo, la complicidad de la protagonista y de nosotros como espectadores al saber hasta qué punto somos capaces de tolerar las apariencias. Esto también enmarca la subordinación de la mujer, ya que la protagonista opta la mayor parte del tiempo por este silencio al que no sabe cómo reaccionar porque sus acciones se limitan a ser, admirar y esperar.

No hay que perder la pista al estilo de Márquez Abella, ya que emerge como una grata sorpresa dentro de la nueva ola de directores mexicanos por su narrativa y encuadres que rompen con lo meramente contemplativo y se entrelazan para acercar al espectador a la intimidad de los personajes que, cuadro por cuadro, se vuelve también la nuestra. 

Las Niñas Bien (2018)
Directora: Alejandra Márquez Abella

Guión: Alejandra Márquez Abella
Productores: Gabriela Maire, Rodrigo González y Rafael Ley
Fotografía: Dariela Ludlow
Productora: Woo Films
México
93 minutos

https://www.youtube.com/watch?v=Zxz-idKlcRA

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