Homenaje íntimo a un guacarróquer: Armando Vega-Gil

“Salto: caer en propia sombra ungido al piso. Envuelto en sí, rodó hasta la cama, ella aún dormía junto a él. Saltó de nuevo. La sombra se había ido. Faltaban aún tres años. Con sólo abrirse de ojos, se hizo el sueño. Eclipse. Silencio, ya jamás habría silencio”

Armando Vega Gil

Que la tragedia no opaque la carrera de uno de los exponentes del rock en México, alguien que bien se podría definir como uno de los más irreverentes personajes, junto a toda su agrupación, Botellita de Jerez. En mi percepción, Armando Vega Gil fue el integrante de dicha agrupación más interesado en desarrollarse como un artista en toda la extensión de la palabra, pues su ámbito trascendió del Guacarrock, de Abuelita de Batman o la Baticumbia a otras expresiones artísticas que le interesaban, ya que también fue, a su muy particular estilo, autor de poemas y narrativa.

Antes de hablar sobre su trayectoria literaria, valdría la pena ahondar en quién era Vega-Gil más allá de Botellita de Jerez, pues sin duda alguna era un profesional, quien había estudiado en la Escuela Nacional de Antropología y, más allá de que su estilo particular en el escenario, era una persona interesada por diversos temas, como la producción y dirección de cine y televisión, al igual que la fotografía.

Una de las cosas más importantes que promovieron tanto Vega-Gil como el resto de Botellita fue sin duda el rescate de lo que se considera «lo mexicano», como la historia, la lucha de clases, el lenguaje y más cosas que pese a considerarse “naco” son parte de nuestra identidad, lo que me recuerda la frase que podría resumir el guacarrock: “si todo lo mexicano es naco y lo mexicano es chido, entonces todo lo naco es chido”.

Armando Gil, el escritor

Ahora, dejamos de lado al guacarróquer para retomar al escritor y referirnos a él como el autor que también fue y, como reconocimiento a su obra, formó parte de múltiples jurados en distintos concursos de literatura.

Fue una de sus tías quien impulsó su interés por la lectura, contó en el programa Línea Directa y que a la edad de 12 o 13 años, su tía le dio el libro de Pablo Neruda México florido y espinudo en el cual se refleja un panorama de la Guerra Fría. Otro libro que le impactó fue la Divina Comedia de Alighieri, en especial la parte referente al «Infierno», lo que le produjo las ganas de escribir. Armando describía sus deseos por la escritura como que las manos “le ardían por escribir”. Su tía también fue la primera persona que le criticó uno de sus cuentos y le hizo una crítica devastadora porque no quería que Armando fuera escritor, ya que le decía que ellos sufren mucho a lo largo de su vida.

Vega Gil consideraba, también, a Parménides García como uno de los personajes que más influencia tuvo en él, señalándolo como “un monstruo de las letras”. La influencia llegó incluso a la banda que tenía con Sergio Arau y Francisco Barrios, pues a Vega-Gil se le ocurrió el nombre de que Parménides denominaba al rock  mexicano como “grasoso con sonido de guacamole”, esto, aunado al revoltijo de ritmos e influencias, le dieron sentido al surgimiento del Guacarrock.

Su versatilidad lo llevó a publicar siete novelas de las cuales las que más destacan son Picnic en la fosa común y Diario íntimo de un guacarróquer, obras que sin duda alguna retratan ese lenguaje crudo, ese sarcasmo y sátira social, el reflejo de lo que fue el antes llamado Distrito Federal y ahora Ciudad de México. Armando no era un autor para todos, pues debemos ser realistas: a veces, un retrato tan crudo y grotesco de la realidad puede resultar ofensivo, más si el lector desconoce el humor negro del autor.

Para él era importante transmitir en sus obras la visión de mundo que tenía. Sus novelas eran su escape a la libre expresión, a la censura del Estado, como lo refleja en su obra Ritual del lagarto en la que habla de la masacre del 10 de junio de 1971, también conocido como el Halconazo, y denuncia el desacuerdo con las circunstancias y el cómo se dieron los hechos.

Su narrativa nos puede llevar desde un concierto hasta la más repugnante cantina de nuestra ciudad, un retrato documental en el que el autor plasma la jerga popular en su máxima expresión, mientras no deja de decirnos que esa es nuestra realidad, nuestro contexto, nuestras frases, es esa cultura “ñera” que hemos creado y nos rodea.

Un escritor para los niños

Dentro de su producción literaria también encontramos cuentos infantiles, algo que para muchos lectores de este artículo les podría sorprender, pero así fue. Era fiel creyente de que no sólo se necesitaba escribir de forma comprensible y atractiva para los niños, sino que el texto debía ser divertido y encadenar ideas de forma ágil para mantener el interés del público infantil. La complejidad de escribir a los niños está en que se le debe dar “al clavo” para mantener esta tensión y atención.

Siguiendo el estilo de Roald Dahl, menciona que, pese a lo crudo de sus historias, lo importante siempre fue el manejo lúdico de la obra. En la producción para niños de Armando encontramos: Momias, ángeles y espantos, La danza de la lluvia, El fantasma del futbol y Un marciano y un ciempiés, obra que se aloja en la plataforma de YouTube, leída y cantada por el mismo autor.

Su legado poético

De igual manera, no podemos dejar de lado su obra poética que es basta y profunda. Sin duda alguna, era una persona muy creativa que no se mantenía en su zona de confort. Algunos dicen que era un autor que en su poesía dejaba de ser él, que se perdía la esencia de lo que él representaba, porque era muy exhaustivo en lo referente a su poesía.

El autor tenía como temas constantes el amor y la desolación, la tristeza del hombre mismo, lo cansado de la cotidianidad de la vida, lo devastada que estaba la sociedad y el mundo de los sueños. La ventana y el umbral es su obra poética más relevante que, de hecho, es mencionada en la canción del mismo nombre de la banda “El Mastuezo y los jijos del maíz”, de Francisco Barrios. De igual manera, tenía obras como Permanencia involuntaria, Vagamundo, Tres y una invocaciones.

En cuanto a su obra audiovisual, tenemos la realización del video «Pollito» para la banda «Yucatán a gogo» o la realización del guion para la canción «Lejos-cerca» de Monocordio, entre otros.

Más que un guacarróquer

En cuanto al ambiente cultural, se le debe reconocer la distinción en 2003 del primer lugar en el Concurso de Guion para Cortometraje en el VI Festival Internacional Expresión en Corto, Guanajuato; en el 2001, ganó el Premio Nacional de Poesía de los XIX Juegos Florales Universitarios convocados por la Universidad Autónoma de Campeche; en 2008, se galardonó con el Premio Alejandro Galindo con un guion escrito para largometraje otorgado por la SOGEM, SEXCUEC y el FIDECINE; en 2006, obtuvo el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí, así como el Premio Nacional de Literatura de Bellas Artes. Además de su participación como jurado de diversos concursos de creación literaria y su participación como becario en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

Esta es parte de la trayectoria de un reconocido artista, quien era más conocida por su banda que por su producción literaria, la cual no ha sido difundida ha llegado a tantas personas, y de hecho es muy complicado conseguir sus libros debido el poco tiraje que se realizó. Sin embargo, por su trayectoria, su obra podría ser redescubierta y difundida.

No digo que es fundamental leerlo, sino que es una propuesta fuera del canon. Su obra tiene tintes del guacarróquer, suele ser transgresora de las formas, del lenguaje, de lo que se considera meramente literario, así como el uso de la yuxtaposición o la onomatopeya que invitan al lector a ver esta mimesis de elementos que nos identifican.

Uno de los mecanismos que consideró fundamental para la creación literaria fue el sentido del humor. Éste lo trabajó en distintos niveles, ya que dependía del lector al que quería llegar. Alguna vez mencionó que trabajar en compañía de Andrés Bustamante le sirvió para desarrollarse en este ámbito. Vega-Gil trabajó en los guiones del «Guiri-guiri» y mencionó que “hacer reír tiene técnicas y complicaciones a mí se me da bien”.

Este es un reconocimiento a la obra y trayectoria artística de un creador, de un innovador, de un, como ya lo mencioné, irreverente artista transgresor, un impulsor y un hombre que buscó dejar un legado, un recuerdo de quien fue. 

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