El cine: ¿arte o medio de comunicación?

Si bien el cine en sus inicios surgió como un medio de entretenimiento y no como una manifestación plenamente artística, no podemos negar que en esencia es arte. No sólo porque para recrearse se vale de diferentes expresiones como la fotografía o la literatura, sino porque lo que produce tiene ya otro sentido: transforma sus elementos para convertirlos en una unidad mucho más compleja y sobre todo, diferente.

Al estudiar el cine, inmediatamente surge la pregunta esencial: ¿qué es? Como ya dijimos, es un arte cuya capacidad de expresión es enorme (por los diferentes lenguajes que integra) y, por lo tanto, es también un medio de comunicación. Pero no toda producción cinematográfica es artística, para clasificarla se debe considerar la intención de la obra y su calidad, además de los muchos factores que determinan su composición, como el financiamiento.

Si un guionista o director no tiene la capacidad económica para sustentar la película, debe recurrir a un productor. Si éste tiene una visión clara de que quiere producir algo con fines artísticos, el director tendrá libertad, pero si no, sólo se le permitirá crear contenido ligero, listo para el consumo de un público pasivo. Mientras más sencillo, mejor taquilla.

El receptor también influye en lo que se produce, es depositario y transformador; el cine se adapta a las necesidades de mercado. Si en determinado momento un género se consume más, las producciones se apegarán a las fórmulas que funcionan, y con suerte se lograrán cintas decentes, porque tampoco se trata de cerrarse y negar que aun en lo comercial se han logrado avances importantes.

Con esta característica, el cine adquiere otras dimensiones y funciones, su alcance es mucho mayor que el de otros medios de comunicación, y eso bien utilizado podría resultar positivo o muy negativo. Tomemos como ejemplo a Vladimir Lenin, quien utilizó el cine para influir en el pensamiento de la gente. En el caso contrario, ha servido para reivindicar los roles de ciertos sectores de la población, apelando al pensamiento racional. Ciertas películas han sido fundamentales en el desarrollo de la historia de la cultura; este tipo de cine tiene también sus propios medios, el caso del cine documental es el más explotado.

Por otra parte, nunca ha dejado de producirse cine de alta calidad, con excelentes actores, guion, música, fotografía, etc. y no necesariamente tan lejano de la línea comercial. La diferencia radica en el grado de complejidad de lo narrativo, pero también en la capacidad artística de los colaboradores, es pues, un trabajo colectivo que sólo funciona si todos sus elementos responden a la necesidad de la obra. 

El eje central del cine es lo narrativo, se sirve de otros elementos para generar un concepto completo, en lo visual, en lo teatral, en lo musical y en la parte de producción; pero lo narrativo no es sólo el guion. El cine debe entenderse como una manifestación artística compuesta que no podemos ver y analizar  por separado, por ello lo narrativo no se agota en la historia, sino que está también en el ritmo, en las tomas, en la música y en el montaje.

El cine ha recorrido un camino muy largo en busca de su propia definición, inició con los hermanos Lumière como una simple atracción a la que ni ellos le veían futuro, luego  Méliès la acogió bajo la protección del teatro, y se ha nutrido de técnicas psicológicas, visuales, sociales, tecnológicas, etc, y ha logrado hacerse una identidad propia.

Como medio de comunicación está íntimamente ligado al receptor: es un continuo diálogo que depende de todos los factores que intervienen en la comunicación y para que funcione correctamente todos los actores deben tener un papel activo en la creación. El camino más idóneo de lograrlo es involucrar al espectador mediante el conocimiento de su lenguaje e historia, darle herramientas para que pase de ser sujeto pasivo a activo y creativo, y así reivindicar su carácter artístico con todo lo que eso implica.

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