El Retruécano: Juego con la lengua porque la lengua es un juego

De las tantas figuras retóricas que hay en el lenguaje, el retruécano es, quizá, de las más interesantes, ya que este recurso literario nos ha permitido elaborar una serie de juegos léxicos más cotidianos de lo que podríamos imaginar. Ejemplo de ello es el albur, pero de esto hablaremos en otra ocasión, pues es mejor conocer primero el término.

Atendiendo a Helena Beristáin en su Diccionario de Retórica y Poética podemos definir al retruécano como una figura de repetición, la cual consiste en “repetir expresiones iguales, semejantes o antitéticas redistribuyendo las palabras, las funciones gramaticales o los significados de forma cruzada o simétrica [… para que] ofrezcan diversidad de significados”.

El retruécano también es conocido como “quiasmo” y fue uno de los recursos más utilizados en el periodo barroco (siglo XVII), allá por los tiempos de Góngora y Quevedo. También fue favorito de Shakespeare y de Sor Juana Inés de la Cruz. Es por eso, que estos ejemplos nos harán entender mejor el término:

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.

Sor Juana Inés de la Cruz

Puesta en el brinco pequeño
de Altamira, la mira alta
hallaréis que él solo esmalta
cuantas joyas os enseña.

Luis Góngora

 

GARCÍA: Quien dice que miento yo,
ha mentido.

BELTRÁN: También eso
es mentir, que aun desmentir
no sabéis sino mintiendo.

Ruíz de Alarcón

Como podemos observar este recurso va más allá de un mero juego, el cual fue empleado en diversas épocas y géneros literarios como la poesía y el drama.

Quizá has utilizado el retruécano en más de una ocasión sin darte cuenta.

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