Blade Runner: la fragilidad de la existencia

Han pasado 35 años desde que tuvimos contacto por primera vez con este memorable filme de ciencia ficción; con la recién estrenada secuela titulada Blade Runner 2049, es el momento ideal para recordar un mundo donde las máquinas y los humanos no somos tan diferentes.

Quitando Alien: El octavo pasajero, Ridley Scott no ha conseguido crear otro largometraje que sea tan recordado por los cinéfilos del mundo. El ámbito de la ficción es el que le ha traído sus mayores éxitos y por el cual se le considera un maestro en este género. Siendo un innovador en cuestión de efectos especiales, Blade Runner, con todo y las limitantes de la tecnología de esa década, fue todo un espectáculo visual.

Scott nos presentó un futuro no tan lejano y a la vez indeseable, donde gracias a la ingeniería genética se crean seres a semejanza de los humanos, pero más fuertes y ágiles, llamados replicantes, éstos son utilizados para trabajos peligrosos y son explotados en colonias humanas fuera de la tierra; en el filme corre el año 2019 y éstos se han revelado, siendo declarados como ilegales en el planeta. Por otra parte, los Blade Runner son un cuerpo especial de la policía para la detección y “retiro” de replicantes.

En esas circunstancias, se le encomienda a Rick Deckard (Harrison Ford), considerado el mejor agente de los Blade Runner, encontrar y eliminar a un grupo de replicantes de última generación, filtrados en la ciudad de Los Ángeles con un fin desconocido; misión que lo llevará a enfrentarse no sólo a los replicantes, sino también a conocerlos más allá del fin para el que fueron creados.

Independientemente de la versión que veamos, escenas más, escenas menos, la película nos plantea una serie de cuestiones filosóficas y morales. Temas que parecen no tener una respuesta clara. ¿Qué es lo que nos hace reconocernos como seres humanos? Podría ser el amor, hacía un semejante o a la vida misma, como una energía diferenciadora de la demás materia inerte del universo, o la caducidad de nuestra vida orgánica, perdiendo así nuestra sensibilidad y reintegrándonos otra vez a la nada, desapareciendo “como lágrimas en la lluvia”; o el tiempo, siempre presente en nuestro cuerpo como en nuestra mente, ¿eso no nos hace esclavos de él? Siendo así, ¿la muerte es la verdadera libertad? Algunas de estas cuestiones podrían ser lo que nos diferencia, o tal vez ninguna, será mejor no saberlo.

Roy Batty (Rutger Hauer), líder de los replicantes infiltrados, es considerado como uno de los mejores antagonistas de la historia del cine, por la ambivalencia de su personaje y la ambigüedad de su moral; es a través de él, sus diálogos y sus acciones que nos adentramos a la reflexión sobre nuestra existencia. Rick Deckard representa en este caso al resto de la humanidad en un proceso de autoconocimiento.

El estilo visual de la obra de Scott es muy particular; un mundo futurista que remarca una realidad sombría y deprimente donde muy pocas veces vemos la luz del sol, sintiéndonos constantemente vigilados y paranoicos por las patrullas voladoras de la ciudad, siempre presentes en cuanto alguien se acerca a alguna ventana. Una distopía gobernada por las corporaciones, donde el estado parece no existir.

Los impresionantes efectos visuales y sonoros crean un ambiente único que sirvió como inspiración en las siguientes décadas para otros directores, películas como: El quinto elemento (1997), la trilogía de Matrix, o más recientemente a Her (2013). Podría escribir todo un artículo tratando de enumerarlas.

Blade Runner no es la película llena de acción, repleta de secuencias de pelea muy bien elaboradas, aspecto que puede tornarla aburrida para un público acostumbrado a eso, pero a cambio nos regala un viaje de autoconocimiento como individuos y como humanidad. Y quién sabe, tal vez el mundo que vimos representado hace más de tres décadas algún día lo hagamos realidad.

Texto: Luis Madrid

Nombre: Blade Runner
Año: 1982
Duración: 117 minutos
País: Estados Unidos
Director: Ridley Scott
Guion: David Webb Peoples, Hampton Fancher
Música: Vangelis
Fotografía: Jordan Cronenweth
Productora: Warner Bros. / Ladd Company / Shaw Brothers

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